Opinión

Entropía en la centroderecha

piñera

La física me resulta compleja y atractiva, pues que los cuerpos físicos sigan leyes nos permite predecir fenómenos de una manera casi mágica. La termodinámica nos enseña que la interacción entre dos cuerpos produce pérdida de energía que, en un sistema abierto, incrementa la entropía, vale decir, el desorden. Si se me permite la simplificación, algo parecido a lo ocurrido en el gobierno y su coalición en el año que termina.

El comienzo fue impecable; un equipo que combinaba bien la experiencia de quienes habían estado en "Piñera I", con la renovación de quienes llegaban por primera vez a las tareas gubernamentales. La instalación marcó puntos altos: la forma en que se enfrentó el fenómeno migratorio, otra actitud en seguridad pública, altas expectativas en materia económica y un Presidente mucho más dosificado en sus apariciones públicas. Así, "Piñera II" aparecía como un gobernante más reposado y la centroderecha se erguía como una alternativa natural; nada quedaba de la lógica del paréntesis que había rondado ocho años atrás.

A partir de cierto momento, esto cambia. La muerte de Camilo Catrillanca se asocia a una etapa de desacuerdos; José A. Kast se posiciona desde la derecha y, con un discurso al menos poco riguroso, critica lo que sería el abandono de Carabineros por parte del gobierno; la decisión respecto del pacto migratorio permite a la oposición asociar al Presidente con posiciones de "extrema derecha", algo tan irreal, que llega a ser absurdo; y el fragor de la elección interna de la UDI coloca a Bolsonaro como un referente de la centroderecha.

Desacuerdos que conducen a declaraciones contrapuestas, de las que se desprenden requerimientos periodísticos que demandan definiciones, de las que se derivan más roces. En definitiva, más energía perdida en debates fuera de foco y absurdos, que sólo conducen a incrementar el desorden, con lo cual la eficiencia política cae en forma ostensible. Cómo llegamos en un gobierno con vocación de centro, encabezado por un Presidente que votó por el No en 1988, a convertir el pinochetismo en tema relevante es incomprensible.

El gobierno tiene una definición central: su programa; un gran mandato, el de la mayoría que lo eligió; un objetivo específico: conducir al país en la dirección del desarrollo. Esto le da su identidad. Ni J. A. Kast, ni Bolsonaro, ni la imagen de Pinochet, pueden distraerlo; al contrario, serán Kast, los pinochetistas y los admiradores de Bolsonaro los que tendrán que decidir dónde se ubican y qué prefieren, si el éxito y proyección del gobierno que tenemos o el fortalecimiento del Frente Amplio como alternativa de reemplazo. Es hora de terminar con el desorden; estabilicemos la entropía en la centroderecha.

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