
Esquivar el anticomunismo

El triunfo de Jara y su contundencia no debiese sorprender a las encuestadoras, que en su mayoría lograron acertar al resultado. Pero sin duda es una sorpresa para el observador accidental que fijó su mirada en el inicio de esta primaria, en la que Tohá aventajaba tranquilamente a sus contrincantes. Lo ocurrido ayer fue tanto una victoria para el PC y su renovación, así como una derrota (¿quizás definitiva?) para un sector de la centroizquierda que nunca ha logrado superar el ideal concertacionista. La elección de noviembre sigue favoreciendo a la derecha, en especial a la ultraderecha, pero Jara demostró que el resultado aún está abierto.
Ni Carolina Tohá ni Gonzalo Winter lograron convocar de la forma en que Boric lo hizo el 2021. Por una parte, Jara estuvo lejos de la odiosidad y arrogancia de Jadue en 2021, que le costó una elección. Por otro lado, tanto el socialismo democrático como el FA pagaron el costo de la incumbencia. Si bien históricamente hablábamos de la ventaja de los incumbentes, la tendencia mundial ha sido la opuesta. Jara, sin duda, logró apropiarse de los principales logros del gobierno sin pagar los costos de su baja aprobación. Algo que hubiese sido mucho más difícil para uno de los políticos más cercanos a Boric –Winter– o para su ex ministra del Interior –Tohá.
Esta derrota debiera llevar a dos reflexiones. En el FA, a asumir que los votos del 2021 fueron prestados, y que las condiciones del sistema electoral llevaron a muchos a votar por Boric para enfrentar a un mal mayor, ya sea Jadue o Kast. En el socialismo democrático debiesen asumir, de una vez por todas, que no hay hordas de gente esperando por el retorno de la Concertación. La campaña de Tohá perdió valioso tiempo respondiendo a nostálgicos de ese período y no logró convocar más allá del núcleo más duro del sector, el mismo que se está reduciendo a paso acelerado.
Jara no sólo logró ganar la primaria de forma contundente, sino que atrajo más gente que el PC en 2021. Pero eso no debiera llevarnos a pensar que el anticomunismo ha muerto. La evidencia muestra que el rechazo al PC es fuerte y está presente tanto en los votantes de derecha como en muchos sectores de la centro izquierda. Y si bien los votantes de la derecha moderada tienen menos tapujos en votar por la ultraderecha, este no es el caso con los votantes más de centro hacia el PC. Tanto el PC como Republicanos concentran los mayores rechazos en la población, por lo que una eventual segunda vuelta entra ambos sería un caso extremo de mal menor para muchos votantes.
Por lo mismo, parece poco evidente que la estrategia oficialista debiese ser la “decomunización”. Por una parte, es poco creíble a estas alturas y la gente está agotada de performance. Jara debiese mostrar que representa una renovación de su partido y no que su partido es incapaz de renovarse. Por otro lado, el principal espacio de crecimiento de su candidatura es en aquellos que antes no votaban y que hoy se ven obligados a hacerlo. Para ese público, un programa corto con medidas concretas es más importante que el cisma ideológico que tienen los votantes habituales. El camino de Jara para vencer el anticomunismo no pareciera estar en la confrontación con quienes ya decidieron no votar por ella, sino que en acercarse a quienes están descontentos y desilusionados con la política y sus procesos. Y en ese espacio, Jara le hace sentido a varios.
Por Javier Sajuria, Profesor de Ciencia Política en Queen Mary University of London y director de Espacio Público.
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