Opinión

Falta de grandeza

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De todas las notorias carencias de estos días -falta de manejo competente, de visión, determinación y coraje-, la ausencia de grandeza ha sido la principal. Quienes han protagonizado este enredo mayúsculo (lleva un mes) no han asumido su responsabilidad, y se han visto superados.

Piñera y su gobierno han demostrado ser bastante menos capaces de lo que se esperaba. Titubean, improvisan, y se les ve aterrados de que se les culpe de infringir derechos humanos cuando los van a acusar igual. El Congreso, amén de negligente, ha sido una vergüenza, habiendo parlamentarios que fomentan la calle, y han querido delegar la función legislativa en una Asamblea Constituyente, tiro al aire y en el peor de los escenarios. Los militares, otro tanto, reacios a comprometerse: han sido sobrepasados bajo el estado de emergencia, exigirían que se les garantice que no acabarán en Punta Peuco, y seguramente han ejercido otras presiones.

Lo que es los que protestan, infantilismo irreflexivo, rehúyen ser liderados, lo cual permitiría que fueran algo más que una turba, y, aun cuando no anden encapuchados, se escudan en la masa anónima, y facilitan la violencia que a veces aplauden. Hay, además, analistas que han dicho estar sorprendidos y que nadie advirtió que se cobrarían cuentas pendientes (falso); otros, que históricamente siempre ha habido violencia (olvidándose que hubo orden); que bajo la Concertación gozamos de una tranquilidad que "luego se desvaneció" (sin decir por qué), y ahora aconsejan "ensayar algo nuevo". ¿Sopesarán la gravedad del asunto?

Bossuet lo explicó claramente: "La política es un acto de equilibrio entre la gente que quiere entrar y aquellos que no quieren salir". En esa situación precaria seguimos. Hay mucha gente con ganas de estar adentro, pero sin que otros también lo estén (lo que pasa por igualitarismo). La institucionalidad evita que estas contiendas las andemos resolviendo a empujones con fusiles o cacerolas y llama. Llegan a imponerse los más furiosos, que igual siguen sueltos, y no vaya a ser que echemos de menos a los amenazados con desalojo.

La grandeza es evidente en autoridades morales, religiosas, artistas, incluso revolucionarios en serio, no de carnaval, ¿por qué no habría de darse también entre políticos? Según Burckhardt, "lo que para nosotros es confusión", para quienes son grandes o excepcionales "es claridad". Justo lo que se precisa y no se ha visto. La solución de anteanoche a la madrugada fue a último momento y desesperada, está por verse. Puede que superemos este momento, aunque igual faltos de grandeza sigamos languideciendo. Ya la historia registra una decadencia que data de muy atrás. Que se vuelva a confirmar significará que el deterioro institucional no es sino crónico y nosotros sombras en pena de algo vago, alguna vez admirable.

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