Franja en cuarentena

Hasta ahora la franja no ha sorprendido, pero queda tiempo. Ha habido alto interés, reflejado en el mayor rating, pero no provoca un interés mayor en votar.



La franja electoral para la elección constituyente es un recurso estratégico para muchas candidaturas, en especial las independientes. Su visión conceptual es no solamente informar a los ciudadanos sobre la elección en el espacio de mayor audiencia y a la hora prime, sino equiparar la cancha, pues en cada uno de los distritos hay figuras conocidas por su rol en la política o por presencia previa en la TV.

Pese a la cantidad de teóricos que asumen que la televisión ha perdido impacto y, por tanto, la franja es un recurso secundario, la evidencia indica lo contrario. Las encuestas del Consejo Nacional de Televisión plantean que si bien la TV abierta ha perdido audiencia en los públicos más jóvenes, sigue siendo el principal medio para informarse. Los propios formatos de la franja permiten también capturar audiencia extendida, pues los videos quedan disponibles para web.

Hasta ahora la franja no ha sorprendido, pero queda tiempo. Ha habido alto interés, reflejado en el mayor rating, pero no provoca un interés mayor en votar. La propia negritud antes del amanecer, como llamó Daniel Matamala a esta ola pandémica surgida en medio de una campaña masiva de vacunación, genera temores que hacen pensar si la votación será tan masiva como en el plebiscito. Los propios candidatos están limitados en sus desplazamientos por el recrudecimiento de los casos, por lo que varios han buscado aprovechar los escasos segundos para pasar algún mensaje. Una lista fue frontal y buscó pegarle a Piñera imaginando su fallecimiento. Generó en su momento polémica, pero como todas las discusiones de baja estofa, fue solo un instante burbujeante.

Los escasos segundos que tienen los independientes o la tentación de ir más allá de lo razonable es debido a un incentivo perverso que viene de la propia autoridad. El criterio de distribución que utiliza el CNTV perpetúa la diferencia y el propio sentido de la franja. Si entrego más tiempo a quienes son los más votados, y por tanto con más presencia en el Congreso, estoy favoreciendo a los incumbentes. Este mismo criterio es contradictorio con la sensación ambiente de que el sistema político chileno requiere un cambio profundo. Quizá habría sido más útil la franja si hubiese equilibrado más los espacios entre fuerzas políticas tradicionales y candidaturas independientes.

En todo caso, pese a las limitaciones, el rating refleja interés en informarse. Quedan los últimos días, y por tanto, la posibilidad de sorprender. Más personas en sus domicilios por las cuarentenas adicionales aumentará la cantidad de televisores prendidos y también el impacto probable de la franja. Aunque sea un segundo, para muchos independientes es la oportunidad para darse a conocer en sus círculos de influencia, y con ello romper la inercia del espacio privilegiado que se entrega a los que están ya en el poder.

Toda esta incerteza hace más extraña la elección. Una alternativa probable es que los electores apuesten por rostros conocidos, y además sobrerrepresentados en la franja. Pero en una de ellas, el descrédito de la política tradicional puede llevar a muchos a votar por el independiente más cercano. No alcanzará para sumar votos y convertirse en una fuerza influyente en la convención, pero dará una señal para las otras elecciones que vienen y obligará a las candidaturas a moverse más hacia el patrón ciudadano.

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