Gradual apertura tras confinamiento total

Es acertado que se haya dado el paso de iniciar una apertura por fases, pero para que ello sea sostenible será fundamental la actitud responsable de empresas y la ciudadanía.



Las primeras evaluaciones que ha realizado la autoridad luego de que el martes siete comunas de la Región Metropolitana entraran en fase de “transición” -después de más de 70 días consecutivos de confinamiento total- han sido positivas. La movilidad aumentó moderadamente y la población en general no ha incurrido en aglomeraciones, optando sobre todo por el uso de parques y actividades al aire libre.

Los criterios que ha definido la autoridad de Salud para iniciar esta apertura gradual no han sido compartidos por la mesa social Covid-19, que ha sugerido criterios más estrictos en varios parámetros, en particular en lo que tiene que ver con objetivos de trazabilidad, tal que de acuerdo a dichas métricas no sería recomendable empezar con el desconfinamiento. El Ministerio de Salud ha mostrado disponibilidad para acoger algunos de estos planteamientos, recalcando a su vez que las cifras de contagio en general van a la baja en la Región Metropolitana -si bien en regiones la realidad es dispar- y la positividad de exámenes PCR se acerca a estándares cada vez mejores, de lo cual cabría colegir que no pretende revertir por ahora su decisión.

Al observar la experiencia internacional, es claro que las primeras fases de apertura revisten muchas complejidades, y los riesgos de que exista una reactivación del virus son altos, tal como se observa en algunas regiones de España, o en varios estados de Norteamérica. Por lo mismo, la desescalada debe ser al inicio muy prudente, pero en algún momento hay que dar ese paso. El ensayo y error serán inevitables; así deberán vivir todas las sociedades hasta que no exista una vacuna o se logre una cierta inmunidad de rebaño. Por ello es acertado que en Chile haya comenzado este proceso, en especial luego de una de las cuarentenas más prolongadas del mundo, cuyo impacto en la sociedad se hace cada vez más dramático. 

Aun cuando podrá haber discrepancias respecto de los parámetros científicos, el criterio de que la desescalada sea gradual, en fases, y que pueda ser revertida apenas los indicadores muestren señales de deterioro -un aspecto fundamental será evaluar el porcentaje de utilización de camas críticas-, parece ser el camino correcto. 

Que el país pueda ir avanzando en dejar atrás las cuarentenas y retomar parte de la normalidad requiere por sobre todo que la población y las empresas cumplan con los estándares de distanciamiento social, eviten aglomeraciones y promuevan actitudes responsables. Estos espacios de libertad deben ser cuidados por todos. Es fundamental inculcar que la amenaza del virus sigue muy latente, y que por un buen tiempo viviremos en condiciones anormales. 

La experiencia internacional ha mostrado, por ejemplo, que pubs y restaurantes pueden llegar a ser importantes focos de transmisión -el gobernador del estado de Nueva York ha advertido que comportamientos poco responsables de locatarios y clientes de dichos establecimientos podrían llevar a revertir todos los permisos de funcionamiento-, lo que resulta aleccionador en cuanto a la importancia de respetar los protocolos y apelar al autocuidado.

Las empresas deben también buscar formas de flexibilizar horarios y promover actividades de teletrabajo allí donde sea posible, además de ser muy estrictas en hacer cumplir los estándares de seguridad.

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