Opinión

Hacia una diplomacia -más- permanente

Hacia una diplomacia -más-permanente

En un contexto internacional marcado por la fragmentación geopolítica, la transición energética y la reconfiguración de cadenas de suministro, nuestra diplomacia debe evolucionar hacia modelos más colaborativos.

Uno de ellos es la diplomacia abierta, o en inglés, open diplomacy. Ella reconoce que los desafíos globales no pueden ser abordados exclusivamente por los Estados. Requieren la articulación de gobiernos, empresas, gremios, academia y sociedad civil. En este marco, el sector privado deja de ser un receptor pasivo de políticas y se convierte en actor estructural de la diplomacia económica.

La diplomacia empresarial —o en el mundo anglosajón, corporate diplomacy— es una manifestación concreta de esa diplomacia abierta, donde empresas y gremios participan activamente en negociaciones comerciales, diseño de acuerdos, promoción de inversiones y resolución de disputas.

Así, en EE.UU., el Meridian Corporate Council y la Office of Global Partnerships han canalizado más de US$ 3.000 millones en alianzas público-privadas para avanzar en prioridades estratégicas de ese país. Por otro lado, las recientes negociaciones comerciales de ese país con Indonesia o la UE, recalibraron relaciones comerciales mediante compromisos recíprocos de inversión y acceso, que involucraron al sector empresarial directamente.

Chile se encuentra en una posición privilegiada para ejercer diplomacia empresarial en sectores clave para la transición energética, como los minerales críticos. Con el 41% de las reservas globales de litio, un liderazgo mundial en cobre y un potencial también del mismo alcance en tierras raras, el país es un socio estratégico para el mundo. El reciente Foro Público de la OMC y la reciente gira a Washington D.C., en las cuales participó Sofofa, confirman que este se trata de un tema central y que concentra la atención no solo de EE.UU., sino que de prácticamente cada organización y agencia internacional vinculada al comercio y la inversión.

La diplomacia abierta no es una moda, sino una necesidad estructural. En este modelo, la diplomacia empresarial debe ser institucionalizada como parte integral de la política exterior. Esto implica crear mecanismos no solo formales, sino que reales, de participación del sector privado en negociaciones, establecer plataformas de diálogo público-privado y formar capacidades técnicas en gremios y empresas para actuar como interlocutores internacionales.

En definitiva, reconocer el papel estratégico del sector privado en la diplomacia económica no es solo una cuestión de eficiencia, sino de visión. Las empresas, con su capacidad de adaptación, innovación y presencia global, pueden ser aliadas clave en la construcción de un orden comercial más justo, resiliente y sostenible pero también, siendo la alternancia en el poder una característica propia de las democracias, trascender los ciclos políticos y colaborar en garantizar una mirada país de largo plazo.

Por Rodrigo Yáñez, secretario general de la Sofofa

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