Historia económica

Además del multifamily, el mercado de oficinas fue otro segmento que destacó en 2019. Foto: archivo
Además del multifamily, el mercado de oficinas fue otro segmento que destacó en 2019. Foto: archivo


Esta fecha aniversario de nuestra Independencia es apropiada para mirar hacia atrás y reflexionar sobre el desempeño de nuestro país en los distintos ámbitos, incluyendo por cierto el económico-social.

Un primer hecho es que, como tendencia y en materia de crecimiento económico, Chile no lo ha hecho nada de mal. Ha crecido a tasas crecientes a lo largo de su historia y, de ser en sus comienzos un país con un ingreso por persona paupérrimo, genera hoy -medido en términos de paridad de poder de compra- un PIB per cápita de más de US$ 25.000 (World Economic Outlook). Esto nos coloca entre los países de ingreso elevado, aunque todavía a una buena distancia de los países considerados desarrollados. Importante es destacar que dicho crecimiento estuvo acompañado de una constante y significativa reducción de la pobreza.

Un segundo hecho -aún menos conocido (ver datos de Díaz, Lüders y Wagner (2016)- es que el desempeño económico descrito es el resultado de dos subperíodos de crecimiento elevado relativo a otras regiones y/o países de economía grande (siglo XIX hasta 1912 y de 1974 a 2006), y de otro, intermedio, de comportamiento pobre (1913-1973).

Es posible asociar dichas fases a sistemas económicos, que denominaremos como (1) liberal (economía de mercado libre y apertura comercial y financiera), (2) de sustitución de importaciones (intervención discrecional del Estado en la economía y proteccionismo comercial y financiero) y (3) de una economía social de mercado (economía de mercado abierta al comercio y financiamiento internacional con un rol subsidiario del Estado). Las últimas décadas de este último subperíodo se han caracterizado además por un excelente manejo macroeconómico.

No debiera extrañar el crecimiento económico relativamente elevado de Chile durante gran parte del siglo XIX y después de 1973. La experiencia internacional avala tal resultado. Conocidos y paradigmáticos son los casos de las dos Alemanias y de las dos Coreas. Unas -la de Alemania Occidental y la de Corea del Sur- están prosperando en base a sus economías de mercado, en cambio en las otras sus sistemas centralizados han dado resultados muy pobres.

Es cierto que el crecimiento económico no es todo, pero es una condición necesaria para el desarrollo. En particular, entre los años 1985 y 2006 -los del consenso chileno en torno a las bondades de una economía social de mercado- Chile creció a tasas elevadas y simultáneamente progresó notoriamente en materia social. El posterior intento de privilegiar la redistribución (en vez del crecimiento) y de acotar severamente el uso del mercado en la producción de los bienes y servicios considerados de carácter social, ha sido desalentador. No ha producido ni la igualdad deseada y mucho menos el crecimiento económico posible.

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