
JAK, la amenaza fantasma

Por Carlos Correa, ingeniero Civil Industrial, MBA
Pareciera que una fiebre socialdemócrata recorre toda la derecha. De repente, tradicionales defensores de la Constitución del 80, del statu quo o antiguos apologistas de la dictadura descubren la importancia del Estado de bienestar, y que el principio de la subsidiariedad que propagaron como la buena nueva que llevó a Chile a crecer económicamente es una mala palabra. No queda claro si estos nuevos socialdemócratas saben que dicha corriente ideológica tiene un origen obrero y que entre sus raíces está el propio Karl Marx, pero ello es secundario con la importancia de aparecer conectados con un país que definitivamente cambió. La mejor evidencia de que Chile es otro a partir del estallido de octubre es cuando los príncipes de Salina locales terminan abrazando las ideas de un Estado más protector de las personas, y abjurando del neoliberalismo.
Hay algo pragmático entre tanto converso, pues las mejores figuras de la derecha no quieren aparecer en esa foto del 25 de octubre como los rostros del rechazo, y la socialdemocracia funciona como un bote salvavidas, como lo fue de los ex jerarcas comunistas que buscaron reciclarse tras la caída del muro. Pero la pregunta que inmediatamente surge es si no generarán un vacío en la derecha tradicional, de la misma manera que hasta hace poco, la Nueva Mayoría con su vocación de groupie ante las nuevas generaciones del Frente Amplio lo dejó en la izquierda moderada.
A ese vacío apunta la decisión de la alcaldesa de Providencia de ir por la presidencial, probablemente apuntalada desde algunos sectores oficialistas que quieren cobrarle a Lavín su distancia del gobierno. Tendrá la dificultad que aumentará la presión sobre ella para que devele su postura ante el plebiscito, donde la ha evadido apelando a los matices del color gris. Pero también es un espacio donde puede meterse José Antonio Kast, la verdadera amenaza fantasma de la derecha.
El ex diputado no se ha mantenido quieto en estos meses. Ha montado una red territorial que se la quisieran muchos, con candidatos que pudieran ser competitivos en varias comunas. También ha reunido una gran cantidad de fondos y con ello ha montado verdaderas brigadas digitales que lo defienden en redes sociales, atacan a sus adversarios con frases sacadas de contexto o derechamente posverdades; y mantiene una posición crítica del gobierno, sin matices sobre rechazar cambios a la Constitución.
Kast apuesta a la dilución de los votantes de derecha, y que él puede conformar un grupo duro que le reconozca su consistencia en el tiempo. Con ello puede ser una amenaza real para una primera vuelta, y señalará los zigzagueos de los personeros del oficialismo que están por el apruebo. Con ello puede ser el gran elector de las listas conservadoras para la Convención Constituyente, acaparando los generosos apoyos de donantes tradicionales de la UDI.
Para el gobierno puede ser un incordio, pues pese a que el ministro del Interior es un conocido apologista del rechazo y el vocero tuvo una oportuna voltereta, ha logrado instalar con éxito la prescindencia en lo que parece ser una división mayor en la derecha. José Antonio Kast puede ir por la herida más dolorosa de Piñera: perder apoyo entre sus votantes. Todo lo logrado a partir de su foto solitaria como conquistador en la Plaza Italia puede irse al tacho si el ex diputado moviliza de manera ingeniosa sus redes de todo tipo y mete una cuña entre tanto socialdemócrata de último minuto.
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