La columna de Guarello: El espejo de nuestro fútbol

La selección chileno dura goleada por 4-0 ante Brasil en el Maracaná. Foto: REUTERS/Ricardo Moraes

"Seguir apelando a que la generación dorada haga su “último baile” es casi un insulto a la inteligencia. Puro voluntarismo. A Lasarte lo eligieron porque estaba de visita en Chile y era barato. Ese fue el criterio técnico".



Si miramos fríamente las cosas, Chile tiene bajas pero no imposibles posibilidades de meterse en el repechaje para el Mundial. Hay que ganarle a un relajado, y regalado por el VAR, Uruguay que viene ya clasificado, que Perú no le gane a un incentivado Paraguay y Colombia no le gane de visita a Venezuela, equipo con el que históricamente tiene problemas y que siempre se juega un clásico frente a los colombianos. Es decir, la combinación de resultados no es una locura: gana Chile y empatan Perú y Colombia sus respectivos duelos.

Se podrá alegar que estas clasificatorias a Qatar han estado plagadas de hechos fortuitos puntuales que jugaron contra Chile: la mano de Coates en Montevideo, el gol de Falcao en los descuentos en Santiago, el empate con Bolivia en San Carlos de Apoquindo, las permanentes lesiones de Alexis, los goles regalados a Argentina en Calama… y sí, hubo hechos que con un poco de suerte pudieron jugar en favor de Chile. La misma cámara que no validó el gol de Canchita González el jueves en Montevideo, fue descartada en el momento de revisar la mano de Coates hace un año y medio. Así es el VAR, tecnología controlada por humanos que responden a sus propios intereses.

Pero quedarse en la calculadora que, increíblemente todavía nos regala una oportunidad después de la goleada en Maracaná, o en los hechos fortuitos propios de cualquier eliminatoria, sería un autoengaño, una trampa de las emociones que genera la selección chilena. La clasificación a Qatar no se perdería por uno o dos hechos desafortunados, sería el resultado de una estructura que tiene al fútbol chileno en su momento más crítico. El hecho que ningún árbitro chileno haya sido considerado para la doble eliminatoria, las otras nueve asociaciones sí tendrán jueces en la cancha, nos dice algo. O que ese mismo arbitraje chileno haya recibido una gravísima denuncia de la revista digital Tribuna Andes sobre cómo se intervino la definición del ascenso entre Huachipato y Copiapó, el penal se cobró desde Santiago, y todavía no hay una sola reacción de Castrilli o la ANFP, es otra alarma muy grande.

La polémica jugada en la que Francisco Gilabert cobró penal para Huachipato, en el duelo de vuelta de la Liguilla ante Copiapó. FOTO: AGENCIAUNO

Lo de los arbitrajes es un buen reflejo de nuestro balompié: improvisación, intereses cruzados, nulo peso internacional, actos irregulares… ¿Por qué ha de ir al Mundial Chile? Con un fútbol con un alto porcentaje de equipos manejados por representantes; donde los ascensos se definen por el tribunal de penalidades y no en la cancha; la Copa Chile tiene cuatro partidos con Walk Over en la primera fecha; un empresario pone y saca jugadores de las nóminas de Lasarte según le convenga; que la selección haya sido pasto de improvisaciones y se haya echado al entrenador sin tener reemplazante; donde se le da un golpe de estado al presidente de la ANFP porque no fue el títere que sus mentores suponían; donde un equipo tan grande como la U es comprado en una maniobra oscura y aún sin entenderse del todo; donde existe una categoría inventada, la Segunda Profesional, sólo para entorpecer al acceso de los derechos de televisión a los equipos más chicos; donde programar un partido, como Universidad de Chile contra Unión, no se puede después de descartar cinco estadios distintos; donde las barras bravas deciden dónde y a qué hora se juega.

Este despelote estructural, donde lo que menos importa es el juego y la competencia, tenía que reflejarse en la selección. Seguir apelando a que la generación dorada haga su “último baile” es casi un insulto a la inteligencia. Puro voluntarismo. A Lasarte lo eligieron porque estaba de visita en Chile y era barato. Ese fue el criterio técnico. Así nos ha ido, los resultados más que la consecuencia de un trabajo, han sido espasmos de rendimiento basados en la motivación o no de los jugadores. A eso sumemos el azar de haber descubierto a Ben Brereton. Sin el hombre del Blackburn Rovers, Chile estaba afuera hace tres fechas. Hasta su llegada, el promedio de gol de la selección era apenas uno por partido en los últimos cuatro años.

Pero así es el fútbol, haciéndolo todo mal, raspando la olla de una generación de jugadores, sin haberle ganado a ninguno de los que nos supera en la tabla salvo Perú de local, tienes una chance en la última fecha. Complicada, dependiendo de otros resultados, pero chance al fin y al cabo.

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