Opinión

La excepción permanente

La excepción permanente

Poco antes de dejar su cargo la semana pasada, el comandante en jefe de la Armada, almirante Juan Andrés de la Maza, cuestionó la extensión indefinida del estado de excepción constitucional en La Araucanía, que ya alcanza los cuatro años. Señaló que la infantería de marina ha estado desplegada prácticamente por todo este tiempo en la zona, y que ha significado un enorme desgaste para la institución. En el mundo político las reacciones fueron poco amigables: la medida es popular, y nadie quiere olitas en época electoral. La derecha siempre ha estado a favor de militarizar la zona todo lo posible, mientras que la izquierda detestaba la idea como oposición, pero le encanta como gobierno.

Como sea, la clase política está tranquila con la situación. Pero no debiera. El arreglo al que se ha llegado en la zona es precario y frustrante: se aplica sólo la suficiente fuerza para evitar los titulares más escandalosos en Santiago, poniendo a las Fuerzas Armadas en una situación entre impotente y absurda, que sin duda lleva a su desgaste físico y moral. La mayor parte del tiempo se va estacionados frente a parajes rurales atravesados por pájaros y moscas; acantonados en pueblos que casi siempre parecen postal, como Capitán Pastene; o cuidando casetas de peaje dominadas por el frío o el calor, congelándose o cocinándose en la parte posterior de un camión o dentro de un Mowag. El enemigo, por cierto, ronda todo el tiempo, pero rara vez se deja ver, y cuando lo hace ataca, quema y desaparece, profundizando la sensación de futilidad en las tropas. Es difícil motivarse en base a hechos teóricamente evitados.

A todo esto se suma un factor todavía más preocupante, que acaba de levantar cabeza en el norte de Chile -donde se desbarató un grupo de narcomilitares-, pero que sin duda está presente también en la Macrozona Sur: la avidez del crimen organizado por infiltrarse en las fuerzas del orden, ya sea reclutando o sobornando a sus efectivos. Tal como explica Tom Wainwright en su libro Narconomics (Ebury, 2016), las bandas del crimen organizado se parecen mucho a cualquier empresa, y enfrentan problemas similares, siendo especialmente delicado el de seguridad, ya que operan por fuera del Estado. Luego, comprar favores estatales es la forma más barata y segura de operar, así como reclutar uniformados disciplinados y acostumbrados a actuar de manera eficaz en rígidas cadenas de mando es algo caído del cielo en comparación a la masa de patanes y rufianes que suelen ser la materia prima del hampa. No olvidar que “Los Zetas”, uno de los carteles mexicanos más peligrosos, nació de fuerzas militares de élite que pasaron a servir al Cartel del Golfo, para luego independizarse.

Es peligroso, entonces, exponer por largo tiempo a fuerzas del orden con salarios mediocres y misiones decepcionantes al contacto con maquinarias del crimen que mueven ingentes recursos. Tal como explica Juan Pablo Luna en uno de los capítulos de su último libro ¿Democracia Muerta? (Ariel, 2024), se puede pasar rápido de un rol arbitral de las operaciones ilícitas a simplemente ser otro engranaje en su mecanismo. De hecho, es un problema para las Fuerzas Armadas incluso la exposición prolongada a empresas privadas lícitas, ya que muchas también tratarán de reclutar a sus efectivos. No sólo el crimen organizado tiene problemas de personal.

Los políticos tienden a lavarse las manos una vez que encuentran un parche que parece cubrir lo suficiente una herida. Pero el mensaje es que la herida puede ponerse purulenta bajo las condiciones actuales, y dañar instituciones irreemplazables. Hay que meterle más cabeza y recursos, entonces, a nuestra estrategia. En el norte se requiere mayor rotación de efectivos y uso de métodos impersonales de control fronterizo (zanjas, rejas, minas). Y en el sur, una visión más clara respecto a cómo sacar a la zona de la UTI, en vez de mantenerla estable en su gravedad. El informe de la Comisión para la Paz y el Entendimiento es un buen punto de partida. También las recomendaciones de Pablo Urquízar en Radiografía de la violencia y el terrorismo en la MS (US$, 2024).

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