La grave desidia del gobierno frente a la crisis de las Isapres

Mientras todos los expertos coinciden en que dejar caer el sistema privado significaría un colapso del sistema de salud completo, las autoridades, en una actitud inentendible, dilatan una solución sin dar mayores explicaciones.



A estas alturas, resulta inentendible la grave desidia, cuando no irresponsabilidad, con que las autoridades de salud del actual gobierno están tomando el tema de la crisis de las Isapres. Enfrentadas a grandes pérdidas y a una judicialización permanente, el sistema privado de salud está en serio riesgo de caer en la insolvencia, lo que desataría un verdadero colapso del sector salud con consecuencias inimaginables. Frente a esto el gobierno hace poco o nada.

Lo más grave es que las autoridades tienen hoy en sus manos la solución producto de un fallo de la Corte Suprema dictado en noviembre del año pasado y que en esencia entrega un camino de salida para los problemas del sector, dando seis meses de plazo a la Superintendencia para resolver su aplicación. Pues bien, ha pasado el tiempo y todo indica que la entidad ha hecho poco o nada al respecto. Peor aún, cuando todos esperaban su pronunciamiento, esta semana la entidad presentó ante la Corte Suprema un recurso de aclaración del fallo, algo que no deja de ser insólito considerando el tiempo que ha transcurrido desde la dictación del mismo. Consciente de lo anterior, el máximo tribunal, en un hecho inédito, demoró menos de 24 horas en responder, algo que muchos interpretaron como un llamado de atención al regulador, en el sentido de representarle que no está tomando el peso al problema y que tiene que actuar con más celeridad y responsabilidad.

Para algunos, parece evidente que el actuar del gobierno tiene que ver, en parte, con una visión ideológica respecto de la existencia de un sistema mixto de salud, pese a que diversos estudios de opinión señalan que la gran mayoría de la población lo prefiere a uno puramente estatal.

Pero más allá de la ideología, este caso tiene que ver con la subsistencia del sistema mismo de salud. Y no corresponde que las creencias personales de unos u otros impidan ver aquello. Porque acá no estamos hablando sólo de las 3,3 millones de personas que se atienden en las Isapres, sino de toda la población, porque su desaparición haría colapsar un sistema público que ya está totalmente superado. Es decir, acá se trata de un problema de proporciones mayores y no entenderlo así es una irresponsabilidad.

En ese sentido, resultaron del todo llamativas las palabras de la ministra de Salud, quien en vez de entregar una solución al problema de la salud privada, dijo que estaban trabajando en propuestas para fortalecer Fonasa, por cualquier eventualidad que ocurra con las Isapres. Resulta sorprendente que una autoridad que conoce el tema haga una afirmación de ese tipo, sabiendo que esa no es la solución. El Ministerio debería estar consciente de que las listas de espera del sistema público son actualmente las más altas de los últimos años; que los tratamientos postergados aumentaron un 43% en doce meses y que de ellos la mitad corresponde a enfermos de cáncer, es decir, pacientes que están en grave riesgo. Y que, dado el colapso actual del sistema público, los derivados al sistema privado crecieron en un 210% en el último año.

Entonces, no se entiende a qué se refiere la ministra con “fortalecer” el Fonasa, un sistema que hoy no puede absorber a sus propios pacientes. En esto, también hay que comprender que si las Isapres colapsan, con ellas también caen las clínicas y centros de atención privados, ya que su financiamiento depende en buena medida de aquellas; es decir, también se elimina toda posibilidad de trasladar pacientes del sector público al privado.

Ante la ausencia del gobierno en este tema, esta semana expusieron en el Senado siete ex superintendentes de Salud, de distintos gobiernos, desde el año 90 en adelante. Lo primero que advirtieron es que cualquier solución debe ser implementada a la brevedad dadas las graves consecuencias sistémicas que tendría la caída de las aseguradoras privadas. Segundo, que se debe retomar el equilibrio financiero entre ingresos y gastos de las Isapres y tener como objetivo el resguardo de los afiliados. Al mismo tiempo, propusieron una ley corta para solucionar otros problemas de fondo del sistema.

En suma, todos, independiente de su color político, consideran que éste es un problema urgente e importante. Ahora falta que actúe el gobierno, en especial la Superintendencia de Salud. Al respecto, su titular dijo hace algunos días que sería “una locura dejar caer el sistema de Isapres. Y yo no estoy loco”. Puede ser así, pero de lo que no cabe duda es que a estas alturas parece una locura el tiempo que se está tomando y la falta de claridad con que se está actuando.

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