La persistente ilegitimidad de la Constitución de 1980

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Al dar por superada la ilegitimidad de origen de la Constitución de 1980 invocando su extendida vigencia y sus numerosas reformas, se oculta parte de la realidad y se actúa de manera partisana.

Si aplicásemos a la Constitución de 1980 la clasificación de Karl Loewenstein, que distingue entre Constitución normativa, nominal y semántica, tendríamos que concluir que la Constitución de 1980 es claramente una Constitución semántica. No estamos ni ante un traje a la medida ni ante un traje que queda grande, sino ante un mero disfraz.

La ilegitimidad de la Constitución de 1980, no se restringe a su origen, sino que es más profunda. Dice relación con su contenido.

La Constitución de 1980 es ilegítima porque es antidemocrática, fue diseñada para burlar el principio mayoritario, de gobierno de la mayoría, que constituye el basamento de todo régimen democrático. Se trataba de impedir el gobierno de la mayoría con diferentes mecanismos que anulasen la voluntad mayoritaria expresada en las urnas, como el minoritario sistema electoral binominal (33%=66%), el quórum supramayoritario en la aprobación de leyes, los senadores designados, etcétera.

Se pretendía y se ha logrado impedir un gobierno de la mayoría por el poder de veto que obtiene la minoría, con lo que solo resta legislar por consenso, lo que resulta en un sistema tan autoritario como el que más, puesto que su aplicación no partió desde cero, sino con un modelo económico, político e institucional ya armado y funcionando, el que se había impuesto previamente por la dictadura militar, sin la menor participación ciudadana.

Rafael Cárdenas

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