La PSU y el futuro

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La rendición de la última PSU tuvo los inconvenientes conocidos debido al violento boicot organizado por grupos estudiantiles. Es importante volver a condenar estos hechos, ya que significaron afectar a estudiantes en su derecho a su educación y a sus anhelos de un mejor futuro. A pesar de todas las dificultades, la prueba se logró rendir, cuyos resultados se conocerán la próxima semana.

Se han descrito las falencias de la PSU y los necesarios cambios al instrumento que tiene por objetivo predecir un buen rendimiento del estudiante en la educación superior (ES). Varias autoridades académicas han declarado no estar de acuerdo con su formato actual, resaltando la necesidad urgente de cambios; en el año en que la prueba será administrada por el Mineduc, con el apoyo de rectores que integran el comité de admisión.

La UC en la sesión del Cruch de marzo de 2012 presentó la propuesta de crear un consejo autónomo de admisión, compuesto por expertos nombrados por las universidades y el Mineduc, lo que lamentablemente no tuvo el apoyo necesario para su implementación. Por otra parte, el informe Pearson de 2013 describió importantes falencias de la prueba. Posterior a eso, el SUA -organismo asesor del Cruch-, al evaluar estas críticas, comenzó a implementar las modificaciones que conforman la actual prueba. Hoy, los cambios serán potenciados luego del informe de una comisión de expertas y los trabajos realizados por el Demre. Le corresponderá al Mineduc informar la implementación de estos, ya que se incorporarán de manera progresiva en las futuras pruebas.

Es evidente que junto a la trayectoria escolar -medidas por el NEM y el ránking-, las pruebas estandarizadas cumplen un rol fundamental en seleccionar a los estudiantes para su adecuada trayectoria en la ES. Lo importante es que estas pruebas no segreguen por situación socioeconómica, género, etnia ni otros factores. Para esto, es clave mejorar el sistema educacional, seleccionar contenidos mínimos, evaluar capacidades y aptitudes de mejor forma, entre otros aspectos. Además, es vital que los cambios que se propongan sean evaluados de manera frecuente, transparente y objetiva por un panel de expertos nacional e internacional, para no repetir errores del pasado. La puesta en marcha de este panel resulta prioritaria.

Junto a lo anterior, es evidente que las universidades a través de su autonomía deben fortalecer sus sistemas de admisión especial -los que deben ser rigurosos y transparentes-, para potenciar la diversidad al interior de sus aulas. La mayor calidad y equidad en la educación escolar es una tarea de largo plazo, por lo que hoy las universidades deben potenciar la equidad en su interior y ayudar a corregir un sistema escolar que no entrega oportunidades de manera igualitaria. Esta es una responsabilidad ética y social.

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