Que la recesión sea corta

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El desafío es que la recesión sea corta. El sinceramiento de cifras que hizo el Banco Central es útil para que nos demos cuenta del peligro que enfrentamos. Será difícil impedir que no haya dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo. El riesgo de una recesión verdadera es real. El riesgo de recesión se debe a la violencia, no a la discusión constitucional.

El freno de la economía fue monumental. Si las expectativas de crecimiento hasta antes del estallido social eran acertadas, la caída de 4% en el PIB no minero se generó en los 12 días posteriores al estallido. Una aproximación a la magnitud de la caída del PIB en esos días varía entre 9% y 15%. Esto no implica que números de ese calibre se repitan, pero reflejan que la violencia caló muy hondo.

El estallido social no es como un terremoto después del cual sabemos que habrá réplicas que podemos estimar. No será fácil borrar las huellas dejadas por la violencia tanto en las calles como en las mentes de quienes deben tomar decisiones de reconstruir o invertir.

Ojalá entonces que la recesión sea corta.

Desgraciadamente, pocas veces ha sido más apremiante que la economía se comporte "normalmente", que haya una razonable creación de empleo, que los salarios aumenten, que el crédito fluya, que haya inversión, etc… Discutir sobre la Constitución en un contexto de crisis es distinto de hacerlo en un contexto de una economía en recesión.

¿Qué hacer?

Para responder es necesario distinguir entre riesgo e incertidumbre. Una situación de riesgo es una en la que inversionistas, consumidores, empleados, pueden asignarle alguna probabilidad de ocurrencia a los eventos. Una situación de incertidumbre es una en la cual ello no es posible.

La discusión constitucional es en principio una situación de incertidumbre. Eso puede naturalmente dificultar ciertas decisiones de inversión o consumo y por lo tanto suele estar acompañada de una desaceleración económica. Sin embargo, como dice Claudia Sarmiento, una convención constituyente se hace "sobre una página en blanco, no sobre un país en blanco".

Con una altísima probabilidad el sistema económico resultante de un proceso constituyente será un capitalismo distinto al actual, no neoliberal. Puede haber un mayor rol del Estado en algunas áreas, más inclusivo, con más gasto público, algo más de redistribución y derechos sociales más universalistas. Nada que no hayan experimentado y resuelto países a los que admiramos.

Habrá conflictos. El principal será el sector de recursos naturales. La propiedad de las concesiones mineras y de aguas disponen hoy de una protección constitucional en Chile que usualmente no tienen en el resto del mundo. Esa discusión será compleja… pero las minas seguirán explotándose, el campo seguirá regándose y las centrales hidroeléctricas generando electricidad. El país no está en blanco.

Es decir, la discusión constitucional debiera implicar a lo más una desaceleración de la economía, pero no necesariamente una recesión. Es lo que muestra la evidencia internacional.

Sin embargo, contra todo pronóstico, estamos hoy frente a frente a la probabilidad de una recesión no menor. Lo que ocurrió desde el 18 de octubre es la desaparición del límite institucional más básico para la economía, el respeto del derecho de propiedad. Esto crea más incertidumbre que cualquier discusión racional sobre la Constitución.

El problema es recuperar el funcionamiento de las ciudades. Algunos creen que solo se requiere fuerza bruta. Eso nos haría retroceder. Es crucial encauzar el problema político para dirigir la energía ciudadana hacia el proceso constituyente.

Esta es la principal condición para que esta sea una recesión corta.

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