
La verdadera Pyme

Por César Barros, economista
En Chile, todos dicen ser de clase media: los multimillonarios, los aspiracionales y los narcos. Y claro, es que decir “soy de clase alta” es antichileno; es un esnobismo imperdonable.
Y como en esto de “todos somos de clase media” en lo social, en lo empresarial, nadie se atreve a decir que es un gran empresario, no como en EE.UU., donde se dice con orgullo. Aquí todos somos empresarios “medianos” o Pymes. Pero ocurre que los verdaderos empresarios pequeños, la verdadera Pyme, es esa de los miles de miles de maestros, artesanos, constructores y campesinos, que no están asociados a ningún gremio, no tienen RUT como empresa y no figuran en los planes de los políticos. Esos a los cuales no los atienden ni los factoring.
Ahora podríamos aprovechar una tremenda oportunidad para hacerlos visibles: saber quiénes son, a qué se dedican, abrirles una cuenta corriente, y darles una línea de crédito modesta. El SII sabe perfectamente cuánto venden, dónde viven y a qué se dedican. Pero ese conocimiento no lo usamos para ir en su ayuda.
Estos segmentos no tienen cabida en la banca: con suerte una CuentaRUT. Y se les hace difícil armar un balance ordenado. Para qué decir llenar esos miles de formularios y certificados a que obliga la banca chilena, solo para abrir una modesta cuenta corriente. Pedir un crédito ya son palabras mayores. Y más arriba en la escala están los proveedores de empresas grandes, hechas y derechas. Ellos pululan alrededor de la industria de los factoring: desde los más grandes y sofisticados, hasta simples prestamistas, que les cobran intereses de pánico. El factoring le saca un mordisco a la factura, y el banco le da otro mordisco para financiar al factoring. Les es muy difícil lograr un crédito con garantía Fogape; garantía difícil de cobrar para la banca: su reintegro toma muchísimo tiempo y tinta.
De modo que Fogape o no, la banca -razonablemente- les pide garantías adicionales, o niega el crédito, porque sabe bien cómo opera ese seguro. Esto del Fogape pudo sonar genial, pero como dicen en el campo: “Buenasmozas las cantoras, pero chitas que hace frío”.
Chile no tiene una política comprometida con las verdaderas Pymes, esas que ahora no tienen ni siquiera un RUT. Y la regulación bancaria actual le impide a sus regulados el acceder a ese enorme segmento de empresarios. Su defensa y apoyo debiera ser permanente, no una “pulsión” de caridad temporal, derivada de la pandemia, para preocuparse en serio de ellos. Debería existir un “verdadero” Banco del Estado para ellos. El actual funciona igual que cualquier banco privado: un poco más grande, con más presencia espacial, y como gran favor, la CuentaRUT; pero tiene los mismos productos, la misma legislación y las mismas reglas que un banco privado: bueno o excelente para las empresas grandes y medianas, inalcanzable para las verdaderas Pymes. Si existiera tal entidad, podría tener productos y reglas pro Pyme de verdad. Con acceso a fondos del Banco Central y de los fondos de pensiones, sin intermediarios que les quiten un pedazo en cada eslabón de la actual cadena de financiamiento. Esto no sería gasto: sería una inversión, una con enorme potencial para la clase empresarial más numerosa y más desprotegida de Chile.
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