La(s) oposición(es) y la posibilidad de acuerdo

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Senadores de la oposición buscarán a través de enmiendas modificar la iniciativa del Ejecutivo.


Este fin de semana tendrán lugar varios eventos partidarios que serán relevantes para ir delineando de mejor manera la forma en que la(s) oposición(es) enfrentará el futuro de cara a las definiciones políticas que tienen que ver no solo con la manera en que se relacionarán con el Ejecutivo, sino que la forma en que se harán posibles los eventuales acuerdos para enfrentar el futuro.

El primero de estos eventos es el XXXI Congreso del PS, marcado por un debate interno respecto del rol del partido en la unidad de la oposición, la permanencia de la colectividad en la "Convergencia Progresista" y la política de alianzas respecto de la DC y el Frente Amplio. Todo ello, como antesala de la elección de una nueva mesa del partido en abril. En efecto, parte importante de las definiciones que tendrá que tomar el socialismo tiene que ver con la decisión de una línea más clara para marcar el derrotero de la oposición, cuestión que hasta ahora ha estado en entredicho. Vale la pena recordar que instalada la actual administración, el PS tuvo un rol clave y activo en la fiscalización de los actos de gobierno; del mismo modo, la mesa del partido ha tenido un rol activo en la búsqueda de acuerdos a través de la "Convergencia Progresista" (con el PPD y el PR) y ha sostenido un puente importante con el Frente Amplio. Cierto es que mucho del éxito de este diálogo depende de definiciones más claras del partido respecto de cómo hacer oposición, pero lo cierto es que su rol mediador entre las distintas fuerzas políticas que componen las oposiciones ha sido y continuará siendo clave. Otra cosa es, por cierto, las definiciones que vayan tomando sus propios aliados.

Por su parte, el partido más grande del Frente Amplio, Revolución Democrática, enfrenta la elección interna de su directiva, cuya competencia marcará no solo la influencia futura de uno de sus líderes naturales, Giorgio Jackson, sino que también la posibilidad de tomar una postura más dialogante o distante respecto de los partidos de la otrora Nueva Mayoría. Ello también como antesala a las definiciones que el propio Frente Amplio postergó para marzo respecto del acuerdo administrativo con los partidos de la ex Nueva Mayoría para construir una fuerza política que permita liderar las comisiones y mesa de la Cámara. Esto, por cierto, ocurre en medio de varias tensiones que la coalición tendrá que enfrentar para resolver sus constantes disputas internas.

Con todo, es importante considerar que más allá de acuerdos administrativos o potenciales acercamientos de las distintas fuerzas que componen la oposición, la posibilidad real de que esto sea más que un acuerdo para administrar el poder dependerá de la manera en que estos partidos puedan decidir durante el 2019 ser fuerzas políticas consistentes con una mirada de futuro. En esto es clave cómo los partidos se posicionarán frente a la agenda legislativa que el Ejecutivo ha definido o definirá en materias tan relevantes como pensiones o reforma tributaria, pero también en cómo enfrentarán la discusión de temas relevantes en la opinión pública y que han significado pérdidas relevantes para la oposición, como ha ocurrido con el tema migrantes, Aula Segura y Admisión Justa, entre otros.

Al mismo tiempo, en momentos donde las propias democracias se encuentran flanqueadas por la amenaza populista y de extrema derecha, pero también de extrema izquierda, es preciso retomar el diálogo para volver fuerte sobre la defensa de los principios básicos de la democracia. Si existe al menos acuerdo sobre los mínimos a defender, entonces es posible que el diálogo fructifique en pos de una alternativa que sea más que una disputa del poder por el poder.

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