El llamado de la tribu

Comité Político
Mario Desbordes, presidente de Renovación Nacional. SEBASTIAN BELTRAN GAETE/AGENCIAUNO


La presidenta de la UDI, en un discurso donde dijo que su partido era el único en la derecha con pantalones y polleras, planteó se estaba creando un ambiente de violencia que le está quitando legitimidad a todo el proceso para una nueva Constitución. El ministro de la Segpres también puso en duda que estuvieran las condiciones para el plebiscito de abril. Dentro de RN, todavía dirigido por el reformista Mario Desbordes, casi todos los senadores adscribieron a la opción de rechazo a la nueva Constitución.

Los autodeclarados liberales de Evópoli han ocupado la violencia vivida en la PSU para responsabilizar a la oposición y justificar sus dudas. La verdad es que el principal dirigente de la Aces es crítico de todos los que suscribieron el acuerdo hasta tal punto que protagonizó una funa contra Beatriz Sánchez por la participación del Frente Amplio. Pero los hechos reales son un asunto secundario, lo importante es cómo se relata para la tropa a pie de la derecha, cada vez más inquieta ante un gobierno que cede y cede, sin lograr calmar la calle.

En las bases, el 18 de octubre es visto como una alteración del orden público y el aprovechamiento de la izquierda de un enojo ciudadano por el alza de los precios y por la poca reactivación económica. También se ve la discusión sobre la nueva Constitución como el deseo de la oposición de ganar en las calles lo que no logró en las urnas. Por eso cualquier frase, incluso las sacadas de contexto, de los opositores moderados es una evidencia que sostiene esa tesis.

En ese espacio, para el oficialismo es muy difícil poder sostener sus iniciales deseos de reformar la Constitución. Aunque en su raciocinio comprenden la importancia de tener una nueva Carta Magna surgida desde un proceso democrático y consensuada, puede más la llamada de la tribu, y sin duda de los donantes. En ese mundo siempre se apostará más por la estabilidad que por las turbulencias que pueda traer una asamblea constituyente, donde varios van a querer discutir el derecho de propiedad y, por tanto, afectar el clima de inversiones.

Una evidencia del nivel de las bases es lo que narra este diario al contar la consulta de Allamand a los dirigentes locales de RN. La mayoría de su partido adscribe al rechazo, como una manera de confirmar identidad. En la UDI ocurre algo similar, acrecentado por las amenazas de José Antonio Kast de una pesca milagrosa de dirigentes locales para su nuevo partido.

En la derecha saben que es muy difícil que gane la opción rechazo. Aunque la oposición hace mucho mérito para ello, al tener cuatro comandos y a varios de ellos les cuesta rechazar la violencia en las calles, la energía que explotó el 18 de octubre alcanzará a llegar al plebiscito. Pero basta que el porcentaje del rechazo se acerque al 40% para asegurar una futura convención con una cantidad de integrantes que moderen los resultados y rechacen la temida hoja en blanco. Ese cálculo está también en la cabeza de varios en Chile Vamos y por ello apostarán a una postura unitaria, ocupando todas las formas de presión, como lo ha vivido esta semana Mario Desbordes.

En este escenario político del oficialismo, el Presidente queda aún más solitario. En el pasado, su ministro del Interior jugaba un rol de intersección entre los partidos y el gobierno. No ha habido un reemplazo para ello y a medida que avance el plebiscito, el riesgo de intrascendencia de La Moneda se dispara.

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