Llegó la hora

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Por César Barros, economista

Cuando la televisión en los EE.UU. -en especial CNN- tuvo un vuelco evidente contra la visión política del Partido Republicano, apareció Fox News, con una línea editorial contraria, muy audaz, incluso insolente, contra políticos y políticas de signo de izquierda. Su éxito fue casi inmediato. Y continúa hasta hoy como fuerte contrapeso al resto de las redes de noticias, foros y comentarios.

En Chile, la televisión abierta -salvo honrosas excepciones- ha estado abiertamente colonizada por visiones de izquierda, que van desde sobreexponer y destacar personajes de la izquierda más dura, hasta burlas, emboscadas y expulsiones de exponentes con ideas conservadoras.

Otro tanto ocurre con las redes sociales, donde la violencia del fascismo de izquierda llega a ser francamente ilegal y desvergonzada. Basta ver el tuit de la diputada Vallejo por la muerte de Jovino Novoa, o los argumentos del abogado defensor de quienes atentaron contra el monumento a Jaime Guzmán, justificando además los ataques a las sedes de RN y la UDI como actos justos contra quienes apoyaron en su momento al gobierno militar, hace más de 30 años.

La televisión -en general- juzga a los carabineros, y a las FF.AA., poniendo como víctimas a quienes incendian, balean y asesinan, exponiéndolos como víctimas de injusticias históricas. La visión de Carabineros es en general expuesta en forma resumida, pero la de sus difamadores en forma extensa. Para qué decir del triste desempeño -ahí generalizado- de la televisión frente a los saqueos e incendios del llamado “estallido social”. La destrucción y la violencia fueron presentadas como un “reality” sin condena explícita alguna, mostrando a Carabineros y a las FF.AA. como violadores de los derechos humanos sin mayor análisis.

Frente a esto, los sectores conservadores de la sociedad titubean en defender en forma más agresiva a quienes los agreden sin límites morales de ningún tipo. Y el abandonar los medios masivos de comunicación y las redes sociales a la izquierda les está resultando muy caro. Basta ver la mayoría de los matinales de televisión, donde conductores y panelistas están -con algunas excepciones- entregados sin ningún pudor a las ideas de la izquierda, olvidando totalmente las tristes realidades de Venezuela, Argentina, Cuba y Nicaragua. Y despreciando, en cambio, los avances de Chile en términos de reducción de la pobreza, la desigualdad y el desarrollo.

No se han visto en sus programas las verdades incontestables del avance de Chile en estos “odiados 30 años”. Si esto no para, y las cosas siguen como están ahora, los sectores más conservadores de Chile estarán condenados a que “les pasen el arado por encima”.

Y se da la paradoja que los empresarios chilenos financian indirectamente a quienes en sus comentarios, sus columnas y sus foros se esmeran en presentarlos como un conjunto social deshonesto y abusador. Pagar para ser desprestigiado no es una obligación: es una torpeza. Pagar por sobrerrepresentar en los medios a políticas y a políticos populistas también lo es. Y como dice el refrán, “camarón que se duerme se lo lleva la corriente”. Ya basta de quejarse en privado sobre los matinales y sus conductores. Llegó la hora de hacer algo al respecto.

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