Opinión

Mediocridad

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Durante años, establecimientos de "educación superior" graduaron a estudiantes pobremente formados que no podían encontrar empleo. Esto, más el alto costo del CAE, generó malestar y frustración, furia y resentimiento.

Pero el efecto de nuestras pobres universidades sobre la crisis va mucho más allá de la rabia de quienes se sienten estafados. Se refleja, también, en las declaraciones de dirigentes en programas matinales, en Twitter, y en otras plataformas. La mayoría tiene dificultades para enhebrar una idea compleja. Los argumentos se reducen a clichés cocinados a medias, a emociones, o derechamente a tonterías.

Tomemos dos ejemplos. El primero es la completa ausencia de análisis "contrafactual". Éste consiste en preguntarse, "¿Qué hubiera pasado si lo que pasó, no hubiera sucedido?" En concreto: ¿Cómo sería Chile si el denostado "modelo" no hubiera sido apoyado por la Concertación en 1990?

Lo más factible es que seríamos como Ecuador, país que en 1988 tenía el mismo PIB per cápita que Chile. Vale decir, tendríamos un ingreso de menos de la mitad, niveles de pobreza cuatro veces más altos (24% vs. 6%), y una distribución del ingreso más o menos igual, Pero los críticos no hablan sobre esto.

Además, hay una ausencia de análisis comparativos medianamente sofisticados. Hace unos días, un directivo de un "centro de estudios" asociado con el Frente Amplio dijo, que "el modelo primario exportador se agotó", y había que cambiarlo.

¿Qué naciones ricas en recursos naturales, a las que aspiramos parecernos, han abandonado ese modelo? Y¿por qué lo han reemplazado? La respuesta es que no hay experiencias exitosas de países que le dan las espaldas a sus recursos naturales, y artificialmente se "industrializan". Tomemos dos ejemplos, entre muchos: más del 70% de las exportaciones de Noruega son productos naturales primarios, especialmente petróleo y derivados, y productos del mar. En Nueva Zelandia la situación es similar. El país exporta principalmente productos lácteos, vinos, maderas, y frutas. En total, más de 70% son recursos naturales.

En vez de impulsar industrias artificiales, estos países desarrollaron sistemas educativos de calidad que les permiten manejar esos recursos eficientemente y en forma sustentable. En la prueba PISA, rendida por alumnos de 15 años, Nueva Zelandia está en el puesto 12, y Noruega en el 18. Chile en un pobre lugar 42, lo que refleja que nuestra pobreza educacional empieza en la primaria. El énfasis en la educación ha resultado en una desigualdad bajísima en estos dos países.

Es menester que las universidades chilenas se modernicen, que reformen los currículos, que superen los "silos" de conocimientos. También deben modernizar sus sistemas de admisión. En el pregrado hay que alejarse del enfoque "profesionalizante" y rígido, y adoptar uno multidisciplinario basado en las artes liberales. Necesitamos más generalistas y menos especialistas. Personas que sepan escribir, que sean creativas, que puedan desarrollar un argumento en forma convincente y rigurosa. Cuando esto suceda, quizás podremos avanzar en el debate, hacerlo más inteligible, permitir que nos lleve a puerto seguro.

Desde luego hay excepciones. En Chile hay algunas unidades universitarias de calidad mundial. Dos ejemplos de instituciones magníficas con las que he interactuado recientemente son: Ediciones UDP, la mejor editorial académica de Hispanoamérica, y la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile. Claro que hay otras, pero son pocas; la mayoría es muy mediocre, y se nota.

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