Megaincendio de Valparaíso: retomemos el sentido de urgencia
Hace un año y medio, miles de personas perdieron su hogar producto del megaincendio que arrasó con sectores de la Región de Valparaíso. La reconstrucción estatal sigue siendo un gesto mínimo: apenas un puñado de viviendas entregadas. Esta realidad refleja algo indiscutible: el sentido de urgencia sucumbió ante la burocracia, con un impacto directo en la vida de las personas más vulnerables.
No falta plata, falta gestión. Y coraje político. Las herramientas existen, pero seguimos entrampados en un problema estructural que ya parece crónico: la permisología. El exceso de trámites y la burocracia ralentizan cualquier avance, incluso en contextos de emergencia. Por ejemplo, es incomprensible que para construir una vivienda post emergencia se exijan los mismos permisos que para una segunda vivienda en condiciones normales. Esta lógica no solo entorpece la ayuda, sino que prolonga el sufrimiento de quienes lo han perdido todo.
Nuestra experiencia reciente lo confirma: articular a la ciudadanía organizada, autoridades y el sector privado acelera y mejora la reconstrucción. En este megaincendio, ya entregamos más de 100 viviendas definitivas. Al igual que en otras catástrofes, como el terremoto de 2010 o los incendios del Maule en 2017, demostramos que es posible entregar soluciones habitacionales de calidad en plazos razonables si se aplica un modelo de colaboración público-privado.
Cuando se pretende resolver todo desde el Estado, la parálisis se instala. La reconstrucción en Valparaíso lo muestra con crudeza. Mientras la ayuda pública se demora, las comunidades están atrapadas en la precariedad. En sectores como Canal Beagle y Canal Chacao, incontables personas viven hacinadas, enfrentando un drama diario que parece invisible para las autoridades. Retomar el sentido de urgencia es una necesidad vital. Esta situación no solo deteriora las condiciones de vida de las familias, también erosiona la confianza en las instituciones y profundiza la crisis social.
Chile no tiene margen para la improvisación, somo un país de catástrofes: terremotos, incendios, inundaciones, aluviones. No podemos seguir reaccionando tarde. La preparación, la eficiencia y la articulación público-privada deben transformarse en pilares permanentes de nuestra respuesta como país.
En pocos meses elegiremos un nuevo Presidente: quien llegue a La Moneda debe poner en primer lugar una gestión de emergencias ágil, eliminando burocracia, destrabando la permisología a las familias y ejecutando un sistema que funcione en terreno, no solo en el papel. Porque si algo nos enseña nuestra historia reciente es que los desastres naturales seguirán golpeándonos, y lo único que no podemos permitir es que la lentitud del Estado sea un segundo golpe para quienes ya lo perdieron todo.
Por Nicolás Birrell, Presidente de Desafío Levantemos Chile
Lo último
Lo más leído
1.
2.
4.
5.