Opinión

No despeja

Foto: Juan Farías JUAN FARIAS

Y puede que no se aclare por un buen rato, el panorama nacional: el hacia dónde nos encaminamos como país, y en qué vamos a terminar. Ciertamente no mientras algunos se las den de ingenuos, sigan excusándose dando a entender que los acontecimientos los pillan desprevenidos, y otros funcionan solo en son de épica y pensamiento mágico (¡Chile “despertó”, Ábranse las Grandes Alamedas!). Tres veces ya, el mismo guión, los mismos personajes y disfraces. El 18-O, el 25-O pasado al vencer el Apruebo, y lo del fin de semana recién. Abrumadores sus efectos, sin duda, pero ¿concluyentes? (hay quienes creen que podemos convertirnos en país escandinavo).

La principal reacción de los sorprendidos sigue siendo mostrarse atónito. Frente al estallido se preguntaban: ¿qué pasó, quiénes son esos encapuchados, de dónde salieron, por qué tanta rabia y violencia? Esta semana ha primado una retahíla no muy distinta, igual de angustiada: creciente polarización, el centro se ha vaciado (los moderados en la Convención ni siquiera se van a dignar conversar con los de derecha). Si es como si no hubiese habido Transición estos últimos 30 años, “los más exitosos de toda nuestra historia” (con qué convicción lo decían). Cuesta además aceptar que la Concertación expiró; derecha y centroizquierda nunca han estado más unidas, marcadas ahora por la derrota. ¿En qué minuto nos dividimos y algunos nos dejamos convencer de que había que votar Apruebo?, se estarán preguntando no pocos. Una pesadilla, a la que hay que sumar a Piñera, ubicuo espectro que se niega a salir de escena e insiste en disparates, como su cuento del domingo pasado en que todo al final será para mejor, todos hemos ganado, haciendo historia juntos.

Los hasta ahora triunfantes tampoco la van a tener fácil. Aborrecen que intransigentes más a la izquierda que ellos los suplanten; saben en qué desembocan los voluntarismos populistas y asambleísmos, y cuán difícil es disciplinar a antisistémicos para que marchen uniformes según directivas del Comité Central. Por último, los ultras aún no se dan tiempo para reflexionar. ¿Podrán seguir funcionando bajo la idea de que la voluntad popular es una, indivisible e inalienable? La causa del pueblo, ¿cuántas veces entusiastas como ellos la han traicionado?

No despejará mientras persista la falta de realismo de la clase política. Todas sus últimas derrotas venían anunciándose. El 57% de abstención, bastante más grave que tan solo gente no votando (ojo que de nada sirve obligar a votar). Treinta años en que tan bien no lo hicieron, empezando por no hacerse cargo de una Constitución que, de hecho, el 15-N la sacrificaron para salvar apariencias. Es que no son sino fantasmas, tanto la Presidencia como los políticos, finalmente convertidos en una cáfila de buenos para nada dando un espectáculo.

Más sobre:Voces

COMENTARIOS

Para comentar este artículo debes ser suscriptor.

¡Oferta especial vacaciones de invierno!

Plan digital $990/mes por 5 meses SUSCRÍBETE