¿No quieren el Estado subsidiario?



SEÑOR DIRECTOR:

Los autodenominados “progresistas” se contradicen cuando se oponen a un Estado subsidiario, ese que permite y promueve que los privados desarrollen aquellas actividades que ellos pueden hacer y que el Estado hace mal o debe cederlas para concentrarse en aquellas que le corresponden en forma exclusiva y que los privados están impedidos de hacer.

Este es un dilema resuelto hace siglos por la matemática: “Un óptimo con restricciones (no permitir la acción regulada de los privados), a lo más puede alcanzar aquella que se logra sin esas restricciones”.

Por lo demás, la experiencia de los últimos 40 años en democracia confirma lo anterior. ¿Cómo explican los progresistas el masivo traslado de alumnos desde colegios estatales a privados subvencionados, los que pasaron de un 10% a un 65% de la matrícula total de básica y media gracias a decisiones libres de los padres?

Abundan otros ejemplos.

De manera que oponerse en la forma que lo han hecho al Estado subsidiario en las negociaciones para acordar las bases de una nueva Constitución planteando que se trataría de algo “intransable” es algo retrógrado y nada progresista, porque la subsidiariedad del Estado -en muchas actividades- es simplemente algo de sentido común, ese que es el que mejor explica la derrota del Apruebo en el último plebiscito.

Jorge Claro

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