Pateando tableros



Sorprende cuando en una política empantanada en su conflictividad estéril, aparece algún audaz pateando el tablero. Y fueron tres los pateadores: Jadue, Lavín y Longueira. Por primera vez en la historia política de Chile, lidera las encuestas el candidato comunista y no el de aliados suyos. Primera vez también, que un presidenciable del PC es elegido por las encuestas y no por su Comité Central (costará más bajarlo). Y no ha disimulado nada: su apoyo a la violencia antisistema, su rechazo al Acuerdo Constitucional, su repugnancia a todo lo que huela a Concertación y centroizquierda, su defensa de Cuba y Maduro, su entusiasmo por dar mar a Bolivia.

En tiempos más individuales que colectivos de la política, Jadue personifica la deriva a izquierda de la oposición y el vaciamiento de contenidos y convicciones democráticas de centroizquierda en ella. La opinión pública ve hasta ahora en él, la mejor identidad de lo que es ser opositor. Ha sido un despertar de pesadilla para DC, PPD, PS, PR y para el Frente Amplio. Se lanzaron frenéticos en busca de presidenciables. Pero ninguno se acerca a Jadue cuando más lo necesitan para potenciar candidatos en la sucesión de elecciones próximas o negociar segundas vueltas. Para peor, saben que ésta es una buena noticia para Joaquín Lavín, cuya patada al tablero político fue aún más devastadora.

Con una imagen, capturó ese espacio vacío, abandonado por quienes renegaron del reformismo moderado y su obra. Una densa discusión elitista sobre el ser socialdemócrata enfrascó a cúpulas y opinólogos. Años que no se hablaba tanto de ello. El significado filosófico de serlo, la historia de la socialdemocracia mundial, citas a Kautsky y otros fundadores, a Laclau, si califica o no, etc. O sea, dejó hablando abstracciones, mientras reforzaba esa imagen ciudadana que trabaja persistentemente: patrocinador de un gobierno de convivencia nacional y sensibilidad social ante un resto que exuda polarización y partidocracia; de integración social, ante una sociedad desigual de compartimentos estancos; del Apruebo, que interpreta a mayorías que nada quieren saber con partidos de oposición o gobierno; de reactivación y empleo, mucho más que la oposición.

Lavín terminó por desbaratar el sueño opositor de llegar al plebiscito con el Apruebo como su identidad exclusiva. Legitimó el voto de derecha por el Apruebo; y a él se suman ya, ministros del gobierno, dirigentes y parlamentarios de Evópoli y RN. El neutral silencio de Piñera es decidor. Longueira, con su patada, consumó el golpe de timón. Se abre así en el proceso constituyente una oportunidad de abandonar la trinchera oposición-gobierno.

Así las cosas, el proceso constitucional comienza y seguirá en campaña. Cubre el calendario electoral de los próximos 18 meses y más allá de él. Todo estará engarzado y el tablero… a mal traer, propenso a dar sorpresas.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.