SEÑOR DIRECTOR:

Desde hace más de 40 años que mi familia veranea en un maravilloso balneario, ubicado a 196 kms. al norte de la capital, Pichidangui.

Lamento que ya no es lo mismo. Pasamos muchos veranos allá disfrutando de la playa, saliendo a caminar, era un lugar muy tranquilo en el cual uno se podía relajar, desconectar y distraerse.

Lamentablemente esos tiempos quedaron atrás, hoy solo ronda la delincuencia desatada a las casas y turistas, la nula regulación de estacionamiento de buses que llevan a turistas por el día (el sábado conté 9 en una de sus principales calles), las casas rodantes y motorhome en cualquier parte, los carros de comida sin ningún permiso, caballos sueltos como si el pueblo fuera un potrero (lo que solo hace que se enfermen por comer basura y un peligro para peatones y vehículos) y la venta indiscriminada de alcohol y drogas en la playa.

¿Será que es un pueblo sin autoridades ni leyes que regulen esto?

Pedro Prussing Villagra

Vecino de Pichidangui