Opinión

Polarización a la chilena

Polarización a la chilena

Las últimas encuestas ratifican uno de los escenarios electorales más inéditos desde el regreso a la democracia en Chile: los candidatos presidenciales con más oportunidades de ganar -J.A. Kast del Partido Republicano y J. Jara del Partido Comunista-, son aquellos que se sitúan en las antípodas ideológicas del mapa político. ¿Es esta una señal de profundización de la polarización en nuestro país?

Estudios académicos recientes dan cuenta de una polarización “a la chilena”, en un contexto latinoamericano en que este fenómeno va al alza (Moraes y Béjar, 2025). En nuestro país, en las tres últimas décadas, la polarización ha mostrado un patrón sinuoso, de altos y bajos, no una dirección unívoca a lo largo de los años -como ocurre en Estados Unidos (Segovia, 2022)-. Mientras en la década de los 90 hubo un declive, a partir de 2021 se observa un aumento. Asimismo, lo peculiar en Chile es que la polarización crece a pesar de la alta fragmentación y desafección política, con una muy baja identificación partidaria (Segovia, 2022 y Cox et al, 2025).

Hay un tercer rasgo del caso chileno que pareciera recién incubarse o bien puede ser solo momentáneo: liderazgos -que si bien se enraízan en bases partidarias ideologizadas y opuestas- atenúan su narrativa como táctica electoral. Es el caso de Kast y Jara, quienes buscan por estos días captar un electorado más de centro. Kast poco habla de los temas valóricos que antaño tanto pregonó y Jara, por su parte, le “quita el piso” a quienes de los suyos hablen de proletariado, dominación de clases y teoría marxista. No obstante, como ambos liderazgos y la adhesión de sus bases más fieles se alimentan del temor a que el otro sea elegido, la “tarea de polarizar” la asumen sus huestes, prominentemente en la trinchera digital, instalando temas controversiales y proyectando futuros sombríos y hostiles en caso de no ser electos.

A la luz de lo acontecido en Estados Unidos, que exhibe “récords” de polarización, ha crecido la inquietud por los efectos de este fenómeno. Altos grados de polarización afectiva pueden socavar las bases de la democracia en una doble dimensión. A nivel institucional, cuando los actores no se respetan entre sí como un legítimo “otro”, profundizan el espiral de desconfianza hacia ellos y todo el sistema, abriendo espacios para movimientos antidemocráticos (Torcal, 2023). En materia de eficacia, una mayor polarización obstaculiza la deliberación democrática, haciendo cada vez más difícil procesar las diferencias, alcanzar acuerdos y, con ello, entregar soluciones a los problemas de la ciudadanía.

En ese sentido, la polarización lleva a más polarización: un discurso que desacredita permanentemente al contendor crea un clima que se irradia desde grupos minoritarios hacia el resto de la sociedad. La campaña está recién partiendo. Los efectos de entrar en una nueva espiral de polarización electoral son un pasivo para la gobernabilidad futura. Basta solo proyectar un gobierno de cualquiera de los dos candidatos favoritos: ¿se imagina cómo será el “diálogo” entre la oposición y un Ejecutivo dirigido por Kast o Jara?

Por Magdalena Browne, decana de Comunicaciones y Periodismo Universidad Adolfo Ibáñez

Más sobre:democraciaKastPartido Comunistapolarización

Contenidos exclusivos y descuentos especiales

Digital + LT Beneficios$1990/mes por 5 meses SUSCRÍBETE