Presidenciables en la centroderecha



Por Luis Larraín, presidente del Consejo Asesor de Libertad y Desarrollo

Despejadas ya las dudas acerca de quiénes serán candidatos a la Convención Constituyente y las elecciones locales, la atención de los políticos en la derecha parece centrarse ahora en las cartas para la elección presidencial. Joaquín Lavín, Evelyn Matthei, Sebastián Sichel, Mario Desbordes, hasta ayer Francisco Chahuán, y José Antonio Kast, revelaron hace ya un tiempo sus intenciones de ser candidatos a ocupar la casa donde tanto se sufre. Pero la última semana, las novedades han sido la irrupción del ministro de Hacienda, Ignacio Briones, quien sería la carta de Evópoli para las primarias del sector y la deserción de Chahuán.

Todos ellos tienen derecho a esa aspiración y muestran sus credenciales a los futuros votantes. A uno puede gustarle más uno que otro, pero sería bueno para el sector que esta precampaña se desarrollara sobre la base de mostrar fortalezas más que a partir de la descalificación y el ataque a los otros precandidatos. Esta última actitud, contrariamente a las apariencias, es una muestra de debilidad más que de fuerza. Todos los nombrados, quizás con la excepción de José Antonio Kast, siempre han dicho que participarían en una elección primaria de la centroderecha y ese electorado valora mucho la unidad del sector y siempre ha apreciado los gestos que los políticos han hecho en ese sentido. No caben en la centroderecha, gracias a Dios, los comportamientos estalinistas ni los candidatos populistas que hacen del escarnio a los demás el centro de sus campañas. En lo particular, seguí durante el tiempo que tuve posiciones ejecutivas en un centro de estudios de políticas públicas la política de no apoyar antes de las primarias de la centroderecha a algún candidato, y sí hacerlo con aquel que, en definitiva, resulte vencedor en la primaria. Creo que mantendré esa política mientras no tenga buenas razones para cambiarla.

Es importante para la centroderecha demostrar que pese al annus horribilis que ha vivido (habrá quienes negarán esto, pero la negación es una mala consejera en política), sigue siendo una fuerza relevante en nuestro país, porque una fracción importante del electorado continúa valorando su adhesión al orden y la institucionalidad, y su vocación por buscar el progreso del país que permita mejorar la calidad de vida de todos sus habitantes. También es importante para Sebastián Piñera -nunca tan bien empleado aquello de la casa donde tanto se sufre-, pues las concesiones que ha debido hacer durante su mandato en relación a su programa y promesas, presionado a ello de manera a mi juicio ilegítima por sectores de la oposición, dejan como única opción de un legado fructífero para el país la sucesión en el cargo de un político de centroderecha.

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