Protocolo de racionamiento



SEÑOR DIRECTOR:

El protocolo de racionamiento hídrico para el gran Santiago, que busca hacer frente a la grave escasez del recurso, podría ser bien vista por varios actores, pero es una transgresión fundamental al acceso al agua, que, por cierto, es una prioridad para el consumo humano. Así lo consagra el nuevo Código de Aguas vigente desde el 6 de abril. Dado que estas interrupciones afectarán a gran parte del gran Santiago (no necesariamente de manera simultánea), la ciudadanía merece transparencia en el uso de este limitado recurso por parte de otros actores que lo usen para fines no domésticos.

Adicionalmente, la entrada en vigor del protocolo de racionamiento será determinada por el decreto D.G.A. N° 1674 de 2012, en base a los índices de Precipitación Estandarizada (IPE) y de Caudales Estandarizados (ICE), los que dependen del período de análisis. Así, podría darse el caso de que una zona quede catalogada como “sequía extrema” al considerar un periodo de 1980 a 2010, pero catalogada como “normal” al realizar los cálculos considerando un periodo distinto. Desafortunadamente, este enfoque de cálculo no considera la variabilidad intrínseca en los procesos hidrometeorológicos y, por ende, es totalmente estacionario.

El problema del gran Santiago no es necesariamente la disponibilidad hídrica, sino la planificación urbana: evidentemente satisfacer la demanda de siete millones de personas pone en riesgo el recurso hídrico en cuestión.

Alonso Pizarro

PhD, académico Escuela de Obras Civiles UDP

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