Puchuncaví-Quintero, donde el progreso y desarrollo no alcanzan

Quintero
Bahía de Quintero y Puchuncaví donde se efectuaron las mediciones.


Nuevamente la zona de sacrificio de Quintero-Puchuncaví es objeto de portadas por la única razón recurrente; un nuevo caso de intoxicación debido a la alta concentración de compañías en la zona. Recuerdo que a través de este mismo medio, hace más de 12 años atrás, empezara a abordar el mismo tema sobre el alarmante riesgo de aquella población por estar expuesta de forma permanente a una carga ambiental que sigue aumentando en el tiempo.

Más allá que muchas de la actividades industriales cumplen con la normativa existente; desde la visión ecosistémica, la multiplicidad de agentes provenientes por residuos, descargas y emisiones generados por las industrias presentes, generan un riesgo constante a la calidad ambiental como de salud por exposición de largo plazo. Estas, de forma sinérgica, llegan a la población por diversas rutas de exposición más allá de la inhalación, incluyendo la ingesta de alimentos que los transportan, el agua que se bebe y hasta por la piel por solo usar la bahía. Por lo tanto, aquellos que residen en la zona poseen un carga diaria a agentes mucho mayor a las de otras regiones o lugares poseen… una verdadera zona de sacrifico donde se vulneran derechos humanos fundamentales, generan pobreza y causan daño. Estas zonas en Chile tambien poseen nombre, entre los que se encuentran Tocopilla/Mejillones, Huasco y Coronel.

En este contexto, Chile sigue pensando en el camino al desarrollo pero como un queso suizo; el cual crece y crece pero dejando orificios que nos recuerdan que a su vez estamos muy lejos del mismo. Así, hemos confundido el ser un país desarrollado con uno civilizado; uno por el cual la salud de sus ecosistemas como de su gente deben ser la prioridad.

La región en cuestión requiere ya de una intervención en serio de parte de esta administración y que se arrastra de otras anteriores. Esta urge de un plan de rehabilitación como la que existiera en los 70 en los Estados Unidos para reducir la contaminación de los grandes lagos. Esta no se logrará con nuevas encuestas de percepción de la contaminación, muestreos en sectores específicos o regulación del tipo "no más bolsas plásticas". Esta requiere ya de un plan como nunca antes visto, debido a que no sólo está en juego la salud actual de entorno completo, sino del futuro cuando estas actividades no se encuentren, pudiendo transformarse en un nuevo pasivo ambiental que en Chile ya existen.

En Chile, la paradoja del desarrollo es aquella en la cual se contraponen lo orgullosos que nos sentimos por la inserción de renovables, del camino hacia la electromobilidad o de ser un país OCDE en recuperación; cuando nuestro verdadero desafío al desarrollo radica en que en este camino a transitar no puede ni debe quedar nadie atrás de él; y eso es el rompimiento de la inequidad en todas sus dimensiones. Es más, en un país que acaba de firmar la instalación de un Ministerio de Ciencia y Tecnología como reflejo de su relevancia en contextos de desarrollo, este debiera ser reflejo en el como estos temas se insertan en cada una de las decisiones del país, siendo este tipo de temas uno de los focos a poner y no sólo en el desarrollo de productos o servicios.

Quizá debiéramos comprender que seguir midiendo el desarrollo por un número en dólares no es reflejo del grado de civilizados que seremos; y menos aún, que ese número que crece no es el reflejo de lo que ocurre en el territorio… o quizá para las zonas de sacrificio el progreso y desarrollo aun no alcanzan.

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