¿Quién llama al Leviatán?
¿Por qué crecen las derechas más duras? Si uno lee a los académicos que llevan meses en campaña con la muletilla de la “extrema derecha”, pensaría que es por razones bastante espurias, mezcladas con manipulación mediática. A veces pareciera, también, que muchos políticos creen que las elecciones se juegan en lo que fue Twitter.
¿No habrá mejores respuestas? G.K. Chesterton, en su libro Lo que está mal en el mundo, comienza su diagnóstico social por el pelo de una niña. Dice que cualquier otra cosa puede ser mala, pero que el orgullo que siente una madre por el cabello limpio de su hija nunca puede ser malo. Y que rebelarse para que toda niña pueda tener su pelo limpio, y no lleno de piojos por vivir en abyecta miseria, tiene pleno sentido.
Si quisiéramos saber por qué crecen tanto las derechas más duras en Chile, podríamos comenzar por un punto parecido: el amor de una hermana por otra. En particular, el amor de Cristal Aguilera Yáñez por su hermana Krishna, que la hizo luchar, primero, por sacarla del mundo del tráfico de drogas y, finalmente, por encontrar su cuerpo y darle digna sepultura, una vez que los narcos la terminaron asesinando y desapareciendo.
A Krishna Aguilera, de 19 años y con una hija de cuatro años, se le perdió el rastro el 4 de octubre de 2025, luego de salir de su casa en San Bernardo para ir a bailar a un club nocturno en Bellavista. Poco antes ella se había cambiado de domicilio junto a su hermana mayor, Cristal, porque temía por su vida, debido a que el jefe de la banda narco para la que trabajaba ocasionalmente moviendo droga se había enamorado de ella. La noche de su desaparición sale justamente con ese sujeto: Juan Beltrán, de 44 años, junto con una serie de otros personajes marginales, que han ido cayendo uno a uno.
De no ser por Cristal Aguilera, el caso probablemente habría perdido interés en la opinión pública una vez que se diera a conocer que Krishna era parte del mundo narco. Es porque se atreve a hablar con la prensa una y otra vez que se logra romper la barrera de los titulares tipo “ajuste de cuentas”, accediéndose a un mundo de abuso de menores, tráfico de drogas, criminalidad y miseria.
Es gracias a Cristal que, luego de que el cuerpo de su hermana es encontrado el 26 de octubre en una zona rural de Calera de Tango, su funeral no es tratado por la policía como uno de “alto riesgo”. Es decir, como un funeral narco. Pudieron despedirla como una hija, una amiga y una hermana que cometió un error. Como la víctima que era. Esto dice Cristal en ese momento: “Estoy agradecida de toda la gente que ha venido, yo sé que mi hermana desde cielo está feliz, porque logré encontrarla y darle el descanso que ella se merece”. Y agrega: “A las niñas les digo que se cuiden, que escuchen a su familia, padres y hermanos, porque nosotros siempre vamos a querer lo mejor para ellas…, que no elijan el camino más fácil, porque ese camino te lleva a la prisión o a la muerte”.
Ahora Cristal se recupera, aterrada, en su hogar, luego de que el lunes recién pasado casi le rompieran la cabeza en un ataque sufrido al volver de visita al hogar de sus padres en San Bernardo. Los criminales, que le dejan seis puntos en la cara, simulan que se trata de un asalto. Tal como simularon haber dejado a Krishna en su anterior hogar la noche en que la asesinaron. Esto revela oficio: son delincuentes profesionales. Orientan su vida a beneficiarse dañando a otros.
Vivimos, como se ve, en un país donde el narco explota madres solteras pobres. Donde si alguien es pobre y valiente, lo pueden matar. Donde el Estado no protege a los ciudadanos honrados como un precioso tesoro. Donde parece tonto levantar la voz ante el abuso y afirmar la propia dignidad. Donde amar a tu hermana puede ser peligroso.
Es lógico que mucha gente concluya, a partir de esto, que ha llegado la hora de invocar al Leviatán, que trata como enemigos del Estado a los criminales profesionales. Que es la única manera de ofrecer oportunidades de futuro honesto y digno a jóvenes como Krishna, seguridad y tranquilidad a personas valientes como Cristal, y la espada, sin temblor, a criminales como los que este caso dejó al descubierto. ¿No irá por ahí la cosa?
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