Recuperar la dignidad

MANIFESTACIONES EN PLAZA ITALIAMARCHA HISTORICA
Foto: Patricio Fuentes.


A estas alturas tenemos varias explicaciones alternativas sobre la crisis que vive el país. Si queremos entenderla realmente, hemos de evitar ningunearla (afirmando, por ejemplo, que se trata simplemente de jóvenes emocionales) así como tampoco podemos asumir que, como ya conocemos sus causas (entre ellas, principalmente la desigualdad), no se abren preguntas nuevas. La idea de dignidad nos permite aprehender, en su heterogeneidad, las demandas que tenemos frente a nosotros.

La dignidad tiene dos dimensiones. La primera es formal y dice relación con la existencia de reglas conocidas y que ofrezcan las mismas oportunidades para todos. En este sentido, el modelo chileno ha sido evidentemente deficitario puesto que, en múltiples ámbitos, la cancha simplemente no es pareja. La segunda dimensión de la dignidad es material: en el trato diario, en las situaciones de la vida cotidiana, las personas no aceptan ser discriminadas o perjudicadas por situaciones que les parecen injustas. El Metro ofrece un ejemplo muy claro. Como medio de transporte, entrega gran dignidad formal producto de su rapidez, seguridad, confiabilidad y limpieza. Pero desde el punto de la dignidad material, el metro devino también en símbolo de una clara falta de dignidad: las condiciones de viaje que ofrece para la mayoría de sus usuarios en los horarios punta son inaceptables. Así, cuando la tarifa subió y las autoridades trivializaron esa subida, la situación fue correctamente leída como un atropello a su dignidad.

La dignidad está también en el centro de otra dimensión fundamental de esta crisis; un abuso contra la dignidad de las personas que se expresa en las acciones de carabineros y las fuerzas de seguridad. Que esos atropellos han de ser investigados y sancionados es evidente. Pero la recuperación de la dignidad se juega ahora en qué vamos a hacer para no se vuelvan a cometer en el futuro. Cuando se trata de violencia, la indignidad se expresa también, lamentablemente, en la forma en que vecinos, transeúntes, trabajadores y propietarios quedan presos de actos vandálicos que destruyen todo lo que tocan y hacen imposible la convivencia pacífica.

La idea de dignidad me parece está a la base de la reclamación por una "sociedad más humana" que vimos repetidamente la primera semana de protestas. Se trata de una sociedad en que las personas esperan de la sociedad un trato que respete su condición de ser humano: su autonomía personal, sus vínculos familiares, sus valores políticos, su integridad física y moral. Por ello, la discusión constitucional se entronca directamente con el tema de la dignidad: por un lado, no hay recuperación de la dignidad sin un pacto social que garantice condiciones de igualdad y sea asumido como legítimo por la gran mayoría de la población. Por el otro, requerimos de transformaciones materiales (AFPs, Isapres) que instituyan realmente esa dignidad en su plano material.

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