Opinión

Reencontrémonos en Semana Santa

Karl Chinga Grawe

SEÑOR DIRECTOR

Luego de dos años de no poder celebrar la Semana Santa como habitualmente lo hacemos en nuestras iglesias, por razones sanitarias, hoy tenemos la gran oportunidad de reencontrarnos y de vivir juntos nuestra fe.

Se trata de una expresión relevante en la vida humana y de un país. Las peregrinaciones, las festividades religiosas, la vida de nuestros santuarios laten al ritmo del corazón de la historia, han sido un verdadero respiro en los momentos más dramáticos de nuestra vida política y social. En ellas, el pueblo cifra sus esperanzas y abraza con ilusión una vida nueva.

El pueblo de Dios logra expresar su sensibilidad más profunda, sus gozos y esperanzas, que son muy difíciles de manipular con fines políticos o ideológicos. En el Domingo de Ramos celebramos la entrada de Jesús en Jerusalén antes de su pasión. La presencia del pueblo era masiva en la ciudad. Se celebraba la Pascua, la fiesta más importante para el judaísmo. Ella enardecía los anhelos más profundos de justicia y liberación, ante un escenario abusivo para los pobres.

Es en este ambiente donde Jesús montado en un asno entra en la ciudad, como un humilde peregrino, sin prepotencia, sin pretender convertirse en un “influencer”, ni movido por encuestas de opinión, sino con el ímpetu de un apasionado por hacer la voluntad del Padre y por instaurar un reino de justicia y paz para todos los hombres y mujeres, sin excepción. ¿Qué nos puede decir esta imagen a todos nosotros? ¿Qué mensaje le da a nuestra Iglesia? ¿Qué le puede decir al país y al mundo?

Carlos Godoy Labraña

Obispo Auxiliar de Santiago

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