Renacer como el Ave Fénix



Por José Miguel Serramo

La patria está en aquel lugar donde el destino nos hizo nacer, por muy mal que allí lo estemos pasando. Nuestro sino es penetrar su drama, vivir su historia. Es lo que le da sentido a la vida, lo que nos marca de manera definitiva. Y cuando la patria sufre, todos los que en ella vivimos nos vemos afectados de una u otra manera, en el fondo del alma colectiva.

Así ha sucedido con la pandemia que nos ha tenido postrados por tanto tiempo. Algunos lugares van saliendo a flote, poco a poco, mientras otros vuelven a caer en la tierra fangosa de los contagios y la enfermedad, esa que destruye nuestro cuerpo físico y mental. Ahora es Puerto Montt, mi ciudad de residencia, la que ha entrado en cuarentena, porque sus habitantes no quisieron ver el peligro que los asechaba por doquier. No creyeron en los riesgos que entrañaba la pandemia y continuaron haciendo una vida “normal”, todos en la calle. Miraban como el resto del país sufría, observando aquello con un dejo de indolencia, pues acá las cosas estaban bajo control. Mientras tanto, llegaban enfermos de otras latitudes, y decenas de reclusos eran trasladados desde la capital para aumentar su protección, transformándose luego en los agentes de una grave transmisión involuntaria.

Hoy estamos mal, pero no es huyendo de esta realidad la manera en que vamos a lograr superarla, sino aceptándola y combatiéndola con valor, igual como lo ha hecho el resto del país. En el sur hemos sido bendecidos con un paisaje sobrecogedor, límpido, puro; ahora hay que hacerle honor a lo que la naturaleza nos dio. El cemento y la calle ya no deben ser una excusa (o una atracción), para seguir contagiando a los demás.

Es cierto que los tiempos que corren se ensañaron con nosotros. Sin embargo, el espíritu de Chile nos hará renacer, nuevamente, como el Ave Fénix. Los temblores han destruido pueblos y ciudades enteras; una y otra vez lo hicieron, pero no bajamos los brazos y las volvimos a levantar. Ahora son olas invisibles creadas por este virus mortal, las que arrasaron con nuestros habitantes. Y, no estamos derrotados. La fuerza de la tierra y el espíritu de los chilenos, nos permitirán seguir caminando por los senderos del país, construyendo nuevas obras en su paisaje físico y psíquico. Los grandes personajes de nuestro pasado y los muertos que con dolor hemos enterrado, surgirán a través de la memoria y con su ejemplo nos ayudarán a sacudirnos de la noche, de las “sombras” que aún amenazan la existencia; pronto serán abatidas por la luz de la esperanza.

Esa luz ha comenzado a brillar nuevamente, después de tantos meses de encierro y sufrimiento. Pero no podemos olvidar que así como ahora parece encenderse, también se puede apagar si no somos cuidadosos con nuestra manera de actuar; y, tampoco debemos olvidar el sacrificio de tantos compatriotas, que se inmolaron luchando para salvar vidas, en esta dura época de pandemia. No dejaremos que su sacrificio sea en vano.

La aguerrida sangre de nuestro pueblo, que nos nutre de fortaleza, transmitirá el valor para seguir perseverando. Veo a la gente apretando los dientes en señal de firme resolución. Reanimados por el amanecer de un nuevo día, le doblaremos una vez más la mano al destino.

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