Opinión

Retiro de la vida

eutanasia

Por Luis Larraín, presidente del Consejo Asesor de Libertad y Desarrollo

Una Navidad distinta para un año diferente. Multitudes en los mall los últimos días, horrorizadas por la posibilidad de que las tiendas cerraran, dejándoles sin poder gastar su dinero, confirman lo que dijimos hace unos días: la gente decidió cambiar su pensión por un aguinaldo navideño al apoyar los sucesivos retiros desde las AFP.

Esta actitud se inscribe en la nueva ética que empezó a prevalecer en Chile a contar del 18 de octubre de 2019. Ese día, azuzados por quienes desde los canales de televisión los alentaban a pedir más y más, muchos chilenos entraron en la lógica del “sí se puede”. Lo que antes era inconveniente o irresponsable ahora se podía hacer. Se empezó por eludir el pago de la tarifa del Metro, algunos aprovecharon de quemar las estaciones, incendiar buses, saquear supermercados, circular por las autopistas sin pagar el TAG.

La pandemia trajo un nuevo impulso a esta ética. Los guaripolas del “sí se puede”, premunidos ahora del arma moral del hambre, empezaron a exigir el reparto de dinero, de alimentos, la suspensión de todo tipo de pagos y cuentas; mientras al mismo tiempo exigían la paralización de las ciudades, cuarentenas totales y todo tipo de restricciones a la libertad de las personas. Una especie de paraíso socialista en que caería el maná del cielo.

Allí surgió la idea de los retiros de fondos de las AFP y el Congreso entró en una orgía perpetua de irresponsabilidad y desprecio por la institucionalidad, y se multiplicaron las expresiones de esta nueva ética. Surgieron las graduaciones clandestinas, porque los estudiantes tenían derecho a graduarse en pandemia, aunque no obligación de asistir a clases; algunos no solo exigen educación superior gratuita, también eximirse de rendir una prueba de selección; los empleados públicos conservaron el derecho a percibir su remuneración, pero presionaban para no asistir a trabajar, y algunos, varios miles, cobraron el bono Covid destinado a quienes perdieron ingresos al quedarse sin trabajo.

Y este Chile, que ahora debe abocarse a escribir una nueva Constitución, está lleno de personas esperanzadas en que su calidad de vida mejorará porque así los dispondrá la Carta Fundamental. ¡Qué fácil era! Sí se podía. ¿Cómo no nos dimos cuenta antes?

En medio de la buena noticia de la llegada de vacunas a Chile, un ejemplo de gratuidad con sentido y fruto de la buena gestión del gobierno, algunos parlamentarios pretenden que aprobemos en pocos días una ley que permita la eutanasia. Una suerte de retiro de la vida, que total es de cada cual, sin atender a la tremenda complejidad que tiene una decisión como esa. No tengo una posición definida sobre una cuestión tan trascendente, solo pido que la discutamos seriamente y no hagamos un retiro de la vida por Internet ni que se celebre como una barra brava la posible aprobación de una ley.

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