El sexo de la Última Cena

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Para las mujeres, hasta el espacio dejará de estar vedado. La Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA) enviará una mujer por primera vez a la Luna en 2024, dentro de su proyecto Artemis, que también supondrá el retorno de las misiones tripuladas al satélite desde la Tierra.

Frente a un hito de tal envergadura, contrastan las palabras del obispo auxiliar de Santiago, Carlos Irarrázaval. Graficó su apreciación sobre el rol de la mujer en la Iglesia Católica recurriendo a una referencia histórica: "Es cierto que en la Última Cena no había ninguna mujer sentada en la mesa y eso tenemos que respetarlo también". De la indignación generada no debiera seguirse mayor sorpresa. Aunque con Francisco hemos visto el anuncio reciente de la creación del primer equipo de fútbol de la historia de la Santa Sede, así como la incorporación de mujeres a comisiones como la Teológica Internacional, la Pontificia de Protección de Menores y a las que investigaron las finanzas vaticanas, resulta que la que se abrió para abordar el diaconado femenino se habría ralentizado. Tal situación corrobora la afirmación que vertiera Karen Armstrong, Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales y estudiosa de las religiones comparadas: "El Talón de Aquiles, no solo del Papa sino del cristianismo en general, es que no ha sabido cómo afrontar el problema de la sexualidad y del género".

En Chile se vienen debatiendo, con distinto tenor e intensidad, las deudas de la democracia con las chilenas desde que ésta se recuperara. La llegada por primera vez de una mujer a la presidencia, en 2006, y la "ola feminista" de 2018 generaron oportunidades políticas para acelerar el tratamiento de varias de ellas. Vemos hoy que las universidades elaboran protocolos sobre el acoso sexual y sus investigadoras denuncian las dificultades para ser madres, al tiempo que el propio gobierno, ante la falta de diligencia de las empresas, crea un registro de mujeres para sus directorios. Por contraste, no se discute mayormente el rol que les cabe a algunos agentes como las iglesias en el orden de género y su mantenimiento. En el caso de la Católica, resulta aún más curioso dado que los escándalos de abusos sexuales arrasaron en 2018 con toda su jerarquía en un hecho inédito: 34 obispos de todo Chile.

Las iglesias no pueden mantenerse al margen de las demandas por mayor igualdad a las que tratan de responder los gobiernos, las universidades, la sociedad civil y las empresas. Se requiere coraje para gobernar los cambios y una igualdad de género que alcanza a un sacerdocio, también femenino, forma parte también de este intento. Por ahora ¿qué vamos viendo? Que es más fácil que una mujer llegue a la Luna a que pueda impartir los sacramentos.

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