
Socialistas siendo socialistas, el mundo en “shock”

Hace unos días publiqué, en otro medio, una columna que se titulaba “Comunista siendo comunista, políticos en shock “ en referencia a los comentarios de la candidata comunista, Jeannette Jara respecto a Cuba, calificándola como una “democracia diferente”. Entonces argumenté que era sorprendente que la política y el mundo se sorprendiera y calificara de “antidemocráticos los dichos”, cuando por esencia y en plenitud, todo comunista no es, no ha sido ni será nunca democrático. Son la antítesis a la democracia, que es mucho más que elecciones.
Hoy las juventudes socialistas conmemoran en la red social X el aniversario de Vladimir Lenin, considerándolo “una inspiración para los jóvenes hoy”, celebrando su innegable aporte a la teoría marxista y presentándolo como la cabeza del “primer estado obrero del mundo”. La verdad es que conmemorar a Lenin hoy es, al menos, entender poco y ciertamente, da muestra de la falta de credenciales democráticas que tienen. Es francamente impresentable.
Sin duda, Lenin aportó al marxismo validando la violencia como un medio legítimo de hacer política, ergo es totalmente antidemocrático. Las democracias liberales se crean para dejar fuera la violencia física, que había sido la tónica de la historia y reemplazarla por el voto. Por tanto, esa idea que creemos exclusiva de los comunistas, que les gusta “un pie en La Moneda y otro en la calle”, pareciera ser que la comparten sus “hermanos” socialistas. No nos olvidemos que la raíz es la misma. Usan la democracia cuando les conviene y si no les es favorable el voto, recurren a la violencia para imponerse. Algo muy leninista.
Lenin se impregnó de las ideas marxistas europeas que habían sido importadas al Imperio ruso estando en la universidad de Kazan. Será expulsado de esa casa de Estudios Superiores y enviado a Siberia donde vivirá en aldeas aisladas, pero no desconectadas, donde en contacto con otros marxistas, se terminará de formar en la ideología, “la religión de sustitución”. Se graduará de abogado por correspondencia y luego se irá a Europa, desde donde trabajará como activista para desestabilizar la Rusia de los zares.
Tras la Primera Guerra Mundial, que Lenin calificará como guerra imperialista, financiado con el Oro del Segundo Imperio Alemán, que no quería seguir con una guerra de dos frentes, volverá a San Petersburgo. El zar había caído en el mes de febrero de 1917 y se había instalado un régimen provisional que buscaba medidas de democratización. Si bien la facción del partido Social Demócrata liderada por Lenin había logrado la mayoría en el segundo congreso del partido, dándose el nombre de “bolcheviques” (mayoría) aunque en la realidad no lo eran. Ya en San Petersburgo Lenin buscó radicalizar la revolución y se hizo del poder. Prometía “Tierra, Paz y Pan”, nada de eso llegó.
Una vez en el poder, se realizaron elecciones, de la que pocos hablan, no fue mayoría. Los bolcheviques eran minoritarios. Por eso es que decidió cambiar la guerra mundial por la Guerra civil. La provocó, la buscó, la impulsó para poder hacer los cambios que no eran necesariamente populares, ni menos democráticos. La gente quería paz y cayeron en otra guerra que impuso el “terror rojo” sobre la población. No dio tierra, ya que “el pueblo real”, las personas sin ideología, querían tierras propias y Lenin creó las tierras colectivas, causando la primera hambruna creada desde el Estado. Ya con Lenin murió mucha gente de hambre. Eso fue buscado y provocado. Por lo que tampoco hubo pan.
Con su idea de lucha de clases persiguió a los terratenientes, burgueses y luego a los kulaks, campesinos no acaudalados. Las víctimas del leninismo de noviembre de 1917 a enero de 1924 no son menores y es muy complejo que aquellos que hacen “gárgaras” con ser los “garantes” de “derechos humanos” hagan “vista gorda” de ellas. Más de un millón de personas asesinadas por motivos políticos o religiosos. A los que se suman medio millón de cosacos muertos y más de 50.000 prisioneros de guerra blancos ejecutados. Aunque se presenten como el primer gobierno obrero, no fueron tal, ya que cientos de miles de campesinos y obreros fueron asesinados por hacer huelgas a los que se suman 240.000 muertos en la represión de la rebelión de Tambov y alrededor de 5 millones de muertos por hambrunas causadas por el Estado. Lenin fue funesto y el hecho que Stalin fuese peor, no lo hace bueno.
Ante esta realidad conmemorarlo y considerarlo un ejemplo a seguir es simplemente impresentable y de una hipocresía inconmensurable. La pregunta es ¿si son genuinamente demócratas? Lo cierto es que, si celebra a Lenin, no pueden serlo. ¿Creen y defienden los derechos humanos siempre? Si celebran a Lenin, claramente no valoran la vida humana y sólo defienden la vida de los que consideran “pueblo”, es decir los que piensan como ellos. Usan los derechos humanos políticamente a conveniencia. Hoy se caen las caretas, muestran su verdadero ser y el mundo está en “shock”.
Por Magdalena Merbilháa, periodista e historiadora.
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