Sociología en el Metro
En trayectos del Metro me ha tocado a veces estar cerca de mujeres que llevan en brazos, o en esos mantos tipo canguro, a sus niños pequeños. Sorprende lo raro que es que les ofrezcan asiento. Desafiando convenciones, a veces les digo “gracias”. Me miran extrañadas y varias han peguntado, ¿gracias por qué? Contesto que por tener la valentía de traer un niño o niña al mundo (A veces son tan pequeños, que me confundo). Si la oportunidad lo permite, pregunto, ¿cuál es su mayor temor para el futuro de sus hijos? Las respuestas son variadas; pero hay una que se repite desde la primera vez: el temor a no tener los recursos para darles una buena educación. Es decir, tienen la certeza que no hay un acuerdo global para garantizar esa educación, a menos que las parejas pasen muchas penurias, y de paso se mantenga la inequidad salarial hombre-mujer de 30%. De esto se deduce fácilmente cuál es una de las causas relevantes de la tragedia demográfica de la caída de la tasa de natalidad.
Analizo luego los datos, y confirmo que el temor es fundado. Asegurar una educación de calidad, sin la obligación de las familias de pagar recursos que no tienen, ocurre solo para pocos.
Por razones que son conocidas, el esfuerzo de avances en financiar la educación se ha concentrado en la gratuidad universitaria. En subsidiar a quienes van a tener luego la posibilidad de financiar la formación que se recibió. Incluso está en agenda una nueva reforma, que acentúa aún más esta inequidad con quienes hoy están naciendo. Solo un 54% de los niños de 3 años en el país asiste a educación parvularia.
La sala cuna universal, un beneficio de tremendo impacto para el cuidado de los niños y la equidad con la mujer que quiere incorporarse al mundo laboral, se promete una y otra vez, sin la urgencia necesaria. El deterioro de la educación pública gratuita, ante la indolencia los responsables, hace que efectivamente las madres del Metro piensen primero en la educación pagada.
En la educación preescolar, se acaba de conocer que el epicentro del escándalo de licencias médicas falsas se concentra en la Junji, que cuenta con 3.100 jardines infantiles y 23.000 funcionarios. Se reportan 17% de las horas laborales perdidas, con 2.280 licencias médicas utilizadas para viajar fuera de Chile. La segunda institución, es la Fundación Integra, no íntegra, cuidado con confundir. Administra 1.500 establecimientos, y depende ya no de Presidencia, lo que no cataloga precisamente como un cambio revolucionario, sino del Ministerio de Educación. Cuenta con 27.000 trabajadores y atiende 81.000 menores. Acumula 1.934 casos de licencia con viaje al extranjero.
Cualquier análisis nacional o extranjero coincide que nuestro esfuerzo en la educación preescolar es exiguo. Las consecuencias de esta falta de acción marcarán generaciones, y debería ser la prioridad N°1 del nuevo ciclo político. ¿Cómo lograr que nazcan más niños en Chile y cómo lograr un financiamiento y acceso a educación de calidad?
Por Jaime Mañalich, médico
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