Últimas encuestas
Comienza la veda de publicación de encuestas electorales; una regulación estatista más, hecha bajo el supuesto que los electores son impúberes que necesitan protección para no votar “engañados”. La política parece ser el único ámbito en que el Estado considera que las decisiones se tomarían mejor con menos información y prefiere restringirla. Curioso, por decir lo menos; pero, como se suele decir, “es lo que hay” y los datos de este fin de semana conforman la última “foto” con la que se pueden hacer análisis públicos.
¿Y qué muestra la foto? Lo primero que vemos, al llegar casi al final de la campaña, es que la dispersión de votos en la oposición tiene un efecto brutal. La proyección del apoyo de Kast, Matthei y Kaiser, en base cien, supera el cincuenta por ciento. Es verdad que no se pueden sumar aritméticamente, porque el perfilamiento individual de cada una de esas opciones maximiza su eficacia electoral, pero muestra claramente que en apenas cinco años el país abandonó completamente la fiebre refundacional del “octubrismo”. Hicieron el funeral del modelo neoliberal y terminaron enterrando su propio proyecto.
Esta división podría llevarnos a una paradoja: que el 16 en la noche se tenga el efecto óptico de ver ganadora, y por un margen considerable, a la candidata de izquierda. No se puede ignorar que la segunda vuelta es una nueva elección y podemos presumir que lo es más aún en el actual escenario electoral del país, en que se ha percibido, incluso hasta hoy, una movilidad tremenda de los electores. Los especialistas responsables de algunas de las principales encuestas nos dicen que, aunque de una semana para otra los candidatos muestren prácticamente los mismos apoyos, estos no están constituidos por las mismas personas, pues se produce una circulación importante y constante entre las distintas opciones. Es un hecho que la excesiva dispersión instala un riesgo que no es razonable para la oposición.
A estas alturas es imposible ignorar que los datos dicen que Kast es el candidato más competitivo -no se produjo el “triple empate” en la derecha-, así como el impensado crecimiento de Kaiser, que lo tiene en igualdad técnica con Matthei en el tercer puesto. Puede ser que las encuestas estén equivocadas, pero es la información que tenemos, por lo que sólo podemos hacer análisis racional sobre la base de esa evidencia.
Paradojalmente, los datos indican que los electores que no creen en el sistema, que desprecian la política y desconfían de las instituciones, hoy votan significativamente por candidatos de derecha. El discurso disruptivo de Kaiser y sorprendentemente aún más la opción por el cambio radical de Kast, los convocan en mayor medida que la izquierda.
Pero, en la recta final se termina el “vitrineo” electoral y ya se escuchan voces sensatas en Chile Vamos y en Republicanos que hablan del “día después” como un día de unidad. Es probable y deseable para la oposición que sus electores se anticipen y, en la votación, esa peligrosa dispersión sea bastante menor.
Por Gonzalo Cordero, abogado
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