Opinión

Un acierto el libro de Philippe Sands

Un acierto el libro de Philippe Sands

En línea con lo que sostuve en mi última columna hace quince días, quiero volver a esto de que el derecho puede hasta ahí no más. Si recuerdan, puse el ojo sobre el encubrimiento de los verdaderos propósitos de ese cardumen, como pintorescamente llama un amigo mío a esos 17 abogados que le dieran el visto bueno a la compra de la casa de Allende. Haciéndose los chiflados, o que no sabían que hubiese inhabilidades constitucionales de la senadora envueltas, aun cuando eso dejara relucir que un lote de incompetentes asesora a la Presidencia de la República. Todo con el objeto de poner en jaque al derecho y la Constitución en la que no creen. Ahora, que en el mismo día que yo planteara dicha tesis saliera una filtración en este diario, cargando las tintas de nuevo en Isabel Allende, en nada cambia la situación. Ella sirve de chivo expiatorio. Salvar al Presidente puede pasar a llevar incluso la devoción por el “legado de Allende”, y hasta opositores al gobierno pueden subirse al carro. A la Presidencia hay que “protegerla” como sea.

No es raro que se me ocurriera esta serie de proposiciones mientras terminaba de leer Calle Londres 38. Dos casos de impunidad: Pinochet en Inglaterra y un nazi en la Patagonia de Philippe Sands. Fuerte, documentado y entretenido. Se adentra entre bastidores para dar con lo que hubo detrás de la vuelta de Pinochet, y da a entender competentemente que hubo arreglo entre Straw y el gobierno de Frei. Lo de Rauff en Punta Arenas sirve para acentuar que en Chile la impunidad viene de hace mucho tiempo y es transversal. Cita al entorno de Pinochet y de los británicos en que miradas retrospectivas con más alivio que reservas vuelven a concordar. Y Sands es abogado, profesor de Derecho, participó en el juicio, pero sus libros denuncian las limitaciones del derecho. Un problema real que solo pocos juristas conceden aun cuando es evidente. El derecho llega hasta cierto punto y lo restante queda en manos de tratativas de poderes gubernamentales ejecutivos.

Tienen razón quienes afirman que no hay derecho que no haya derecho. El derecho cada vez que ofrece aporías sin solución conducivas a impunidad de nada sirve. La filosofía suele caer en contradicciones, pero el derecho tiene consecuencias prácticas de modo que lo suyo puede ser más grave. Y aquí es donde se aprovecha la lucha por el poder. Claro que poderes en litigio por más que se enfrenten, llegado un punto, conceden y acuerdan dejarlo hasta ahí. Fue entonces que “razones humanitarias” y “senilidad” dudosas en el caso Pinochet desembocaron en la impunidad como solución. El peor crimen, si uno lo piensa, que llega a cometer la justicia, en este caso de dos Estados, el Reino Unido y Chile, con el alivio de España a modo de bendición. Como compensación al menos ganamos en Sands un gran historiador.

Por Alfredo Jocelyn-Holt, historiador

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