Una Ley de Artes Escénicas sin trincheras

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El conductor Max Valdés en un ensayo con la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil, que se presenta hoy en el Teatro del Lago de Frutillar. Foto: Foji


Mucho ha cambiado nuestro país en las últimas décadas. Varios indicadores reflejan la evolución lograda en lo material y en lo social. Sin embargo, nuestro desarrollo sigue padeciendo de algo esencial para fortalecer el esfuerzo hecho y vitalizar la mirada de futuro, esto es, dar un rol central a aquello que genera identidad, contenido y sentido en una sociedad: la cultura.

Ha desconcertado la decisión de la Comisión de Cultura del Senado de votar en contra de incluir la ópera, el ballet y la actividad coral en el proyecto que fomenta las artes escénicas. Los argumentos esbozados son diversos: que estas expresiones artísticas podrían "contenerse" dentro de otras, en circunstancias que resulta imposible agrupar incluso jurídicamente representaciones artísticas cuyas necesidades son particulares y específicas, y que se encuentran en diferentes etapas de desarrollo en Chile.

También se ha señalado que, como algunas de estas disciplinas ya reciben fondos públicos a través del Teatro Municipal de Santiago, no necesitarían recursos adicionales, lo cual adjudica erróneamente la totalidad de la expresión vocal a un solo centro y a una sola ciudad. Por último, se ha planteado el eventual carácter elitista en estas formas artísticas, comentario basado en números de la última Encuesta Nacional de Participación Cultural, que arroja que un 84% de la ciudadanía nunca ha asistido a la ópera y un 74% no ha presenciado un espectáculo de música clásica. ¿No son acaso estos números una razón poderosa para promover aún más el desarrollo de estas disciplinas y dar más y mejores oportunidades a los artistas que les dan vida?

Anclar la discusión en el éxito inmediato y en la masividad, tanto para públicos como para artistas, abre una puerta a considerar prescindible el desarrollo de contenidos creativos asociados a estas expresiones, así como a los artistas de esas y las otras disciplinas contenidas en el proyecto, y que son genuinos representantes de nuestro abanico social.

Esta Ley de Artes Escénicas no debe ser una batalla de trincheras y no puede ni debe dar espacio para la discriminación. Debemos perfeccionar el proyecto, todos juntos, para que el medio artístico nacional, en toda su diversidad y riqueza, y con todos sus desafíos y pendientes, encuentre en esta nueva legislación un lugar donde unir esfuerzos, un sólido apoyo para su desarrollo. Necesitamos amplitud cultural en Chile. Así daremos un paso más en creatividad e innovación, esta vez, desde las artes y a favor de nuestra nación.

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