Una mejor institucionalidad laboral para el Chile post pandemia


Por Orlando Balboa, director del departamento de Economía de la Usach

Un famoso economista norteamericano solía decir a sus alumnos que la institucionalidad laboral de cada país debía al menos responder dos preguntas. Primero, cuándo conseguir un empleo y segundo, qué tipo de empleo deseo. La primera está más relacionada con el corto plazo y el ciclo económico, mientras que la segunda pregunta está más centrada en el mediano-largo plazo y el crecimiento económico. A pesar de ser preguntas antiguas, siguen siendo bastante relevante para el resto del mundo y particularmente para nuestro país, incluso en tiempos de pandemia y normales.

La pandemia mostró varias debilidades de nuestra economía, especialmente en materia de vulnerabilidad económica asociada a la fragilidad de la red de seguridad social en la cobertura de las familias de clase media y media baja y la calidad de los empleos. Durante el 2020 las cifras de caída en el empleo llegaban a casi 1 millón de personas. El INE llegó a afirmar que se requerirían cinco años para recuperar los empleos perdidos a noviembre del 2020 si asumiéramos el mismo ritmo crecimiento de empleo del mejor período del último quinquenio. Asimismo, la pandemia también ha provocado cambios estructurales en el mercado laboral ya que se aceleró la llegada de la era digital, la automatización de los procesos y el teletrabajo que imponen retos a la institucionalidad laboral, algo que dos economistas premios Nobel de Economía como Mortensen y Pissarides visualizaron hace más de 25 años atrás con su trabajo “Job Creation and Job Destruction in the Theory of Unemployment” publicado en Review of Economics Studies.

No obstante, hay buenas noticias para nuestra economía. La recuperación económica ha sido más auspiciosa de lo que pensaban como se indicó en el último Informe de Política Monetaria de junio de 2021. Sin embargo, también hay riesgo en la recuperación y estabilidad económica asociados a la fragilidad del mercado laboral y un probable rebrote de olas de contagios asociado a nuevas cepas, la baja inversión, entre otras. Aquí nuevamente recordamos la importancia de que la autoridad económica pueda responder satisfactoriamente de que las personas, especialmente mujeres, puedan conseguir un empleo rápidamente que reduzca el desempleo y minimice la vulnerabilidad de los ingresos familiares a corto plazo porque la ayuda fiscal no podrá ser persistente en el tiempo. ¿Pero qué hay del tipo de empleo y las reformas estructurales que requiere el mercado y la institucionalidad laboral una vez que la crisis pase y se consolide la recuperación económica?

Es importante que en las próximas elecciones presidenciales los candidatos presidenciales coloquen especial énfasis en una moderna institucionalidad laboral que aborde viejos pero recurrentes problemas que han estado clamando los economistas e instituciones internacionales como la OCDE y la OIT. Se hace urgente promover una reforma laboral de manera integral, una visión a largo plazo que vaya más allá de las reformas coyunturales asociado a una crisis particular como fue el proyecto de Outsourcing laboral, la reducción de la jornada laboral y el teletrabajo. Asimismo, los nuevos tiempos requieren una reforma laboral que debería abordar al menos lo siguiente:

1.- Productividad y crecimiento: Según la OIT el menor crecimiento observado en Chile entre el año 2014 y 2019 provocó que el empleo creciera por debajo de los años previos, un aumento en el empleo informal y un menor crecimiento de los salarios reales. Por otra parte, mejorar la calidad del empleo y reducir la desigualdad debe ser una prioridad para la reorientación de las políticas de capacitación y entrenamiento laboral, las cuales deben estar enfocadas en la población más vulnerable como son los jóvenes, trabajadores menos calificados y las mujeres con hijos, donde el eje esté puesto en la digitalización de procesos, las herramientas computacionales, el manejo del inglés a nivel intermedio y el uso de la internet, tal como señalo la OCDE. También se hace urgente una reforma educacional que coloque énfasis en mejorar la calidad educacional de los segmentos más pobres de la población, lo que ayuda también a reducir la desigualdad y hace más inclusivo el crecimiento económico. Esto contribuye al incremento de la productividad laboral y la calidad de los empleos, especialmente entre los autoempleados, lo que mejora la resiliencia y la capacidad de adaptación del mercado laboral ante condiciones adversas.

2.- Vulnerabilidad económica. Se estima que cerca del 50% de la población laboral chilena es vulnerable económicamente frente a caídas inesperadas en los ingresos y pérdida de empleos asociada al ciclo económico, situación agravada por el hecho de que no cuentan con activos y riqueza que puedan actuar como seguros o garantías reales para créditos. Por esta razón, la OCDE recomendó “ampliar el actual apoyo fiscal focalizado a hogares más vulnerables” si es necesario, aunque esto implicará mayores recursos fiscales. Finalmente, es importante dar respuesta urgente al tipo sistema de pensiones que finalmente se adoptará, ya que tendrá efectos en el nivel de pensiones, en el costo laboral de las empresas y los salarios reales.

3.- Inclusividad laboral y brechas salariales: Las dificultades en el ingreso al mercado laboral tras un ciclo económico recesivo se hace más relevante entre jóvenes, mujeres y personas con discapacidad, lo que hace a este segmento de la población más vulnerable a la pobreza y desigualdad, por lo que debería enfocarse la política pública en esos segmentos. La brecha salarial por sexo es mayor que el promedio de países OCDE, como resultado de una menor empleabilidad femenina y de salarios en función del género, lo que hace urgente reorientar programas de capacitación y reforzar los programas como el Subsidio al Empleo Joven y Bono al Trabajo de la Mujer. Asimismo, la incorporación de inmigrantes al mercado laboral formal permitirá aprovechar de manera más eficiente el capital humano que poseen, mejorando la productividad laboral, el crecimiento económico y la inserción social.

4. Otras políticas complementarias: La educación primaria y secundaria deberían estar enfocadas en mejoras en las habilidades lectoescrituras, el análisis crítico, resolución de problemas matemáticos y la incorporación de tecnología que incrementa la productividad y la automatización de los procesos. También se hace importante reducir los costos de entrada y salida de empresas, el fortalecimiento de la competencia y la Innovación que promueven la productividad y el empleo de calidad.

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