Visita del Papa a Irak

People walk past a poster of Pope Francis ahead of the planned visit of Pope Francis to Iraq, in Baghdad, Iraq March 3, 2021. REUTERS/Khalid al-Mousily

Por Magdalena Lira, vocera de Voces Católicas Directora de ACN Chile

Llevábamos pocas horas en Erbil, Irak, cuando conocimos a Mons. Bashar Warda, arzobispo de esa ciudad. Nos reunimos en su casa. Él venía llegando de visitar los campos de desplazados, donde vivían los cristianos que habían huido del terror de los yihadistas de ISIS. “Somos una comunidad cristiana que podría desaparecer”, nos dijo. Sus palabras reflejaban la dura realidad del cristianismo en esa región.

En junio de 2014 comenzó uno de los momentos más oscuros de la historia de ese país, cuando la ciudad de Mosul, la segunda más grande de Irak, cayó en manos de ISIS. Este hecho marcó el inicio de la caída de la Llanura de Nínive. Los terroristas destruyeron y confiscaron las propiedades cristianas y protagonizaron casos de secuestros y asesinatos de cristianos. Un auténtico genocidio en pleno siglo XXI, como lo han reconocido la Unión Europea y la ONU.

Conocí a Mons. Warda en marzo de 2015, seis meses después de la caída de Mosul, cuando visité Irak junto a una delegación de la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN). Queríamos conocer “in situ” la realidad de los cristianos. Nunca imaginamos lo que encontraríamos. Decenas de miles de familias vivían en campos de desplazados. Habían llegado escapando de ISIS. No tenían nada, pero preferían ese sufrimiento, antes que renunciar a su fe. En medio de ellos, Mons. Warda organizaba la ayuda de emergencia: alimentos y agua, medicinas, techo… Una tarea titánica que continúa hasta el día de hoy.

Si bien la Llanura de Nínive fue recuperada, ahora comienza la reconstrucción. Esto es urgente, ya que si los cristianos no pueden regresar luego a sus hogares, muchos optarán por dejar el país en busca de una vida más segura.

Para una comunidad que ha sufrido tanto, la visita del Papa Francisco, entre el 5 y 8 de marzo, puede ser un verdadero “salvavidas”. Será la primera vez que un Pontífice visite ese país y el primer viaje apostólico del Papa desde la aparición del Covid-19. Francisco transmitirá un mensaje de cercanía y aliento a la castigada minoría cristiana que queda en el país (menos del 1% de la población) y que se ha mantenido heroica en la fe, a pesar de todo. Su visita busca también establecer puentes de diálogo y acercamiento entre las distintas religiones. El Papa estará en Nayaf, para reunirse con el máximo líder musulmán chiíta del país y en Ur, donde tendrá un encuentro interreligioso.

En Irak ya está todo listo para recibirlo. Desde ahí, Mons. Warda dice: “Que Su Santidad venga a visitarnos ahora puede ser lo que nos salve… Somos un pueblo que ha sido marginado hasta el límite de la existencia. A lo largo de su papado, el Papa Francisco siempre ha estado cerca de los marginados y ahora vendrá entre nosotros para demostrarlo. Ciertamente, esta visita proporcionará fuerza a los cristianos iraquíes para permanecer en nuestra patria y reconstruir aquí”.

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