Paula

A Delia del Carril la muerte va a encontrarla viva

Le gusta conversar largo y tendido, frente a una, dos, cinco tazas de té. Es de esas personas que uno quiere ir a ver una tarde lluviosa de domingo, para hablar de la vida. Y por eso partí hace unas semanas. A ver cómo estaba la Hormiga, la autora de esos caballos gigantescos que nunca dejan de maravillarme. La mujer que ha conocido la riqueza de una familia argentina de la más rancia aristocracia; la gloria de haber vivido largos años juntos a Pablo Neruda y haber sido amiga de los más grandes intelectuales de este siglo. Y también las penas.

Paula 1975.

Mujer sin edad, que además se enoja si uno se la pregunta. con muchas años a cuestas, un accidente que la tiene casi inválida, una casona con pensionistas que la ayudan a sostenerla, y para comer sólo lo que le dan sus cuadros. Y esa inagotable alegría de vivir que quién sabe de dónde le surge.

Porque la vida no ha sido precisamente fácil para ella. Porque a ratos se la siente hasta desilusionada. Porque incluso dice que no cree en Dios. Pero cree en algo que ella llama la realidad -tal vez la naturaleza- y en la posibilidad de los hombres de ser mejores y e entender el sentido de la vida. Esa es su fe y en ella reside tal vez su fuerza, que la hace seguir buscando siempre la posibilidad de volar y no arrastrarse.

En el invierno prácticamente no se mueve su pieza. Una cama dura, alta, un armario inmenso, su silla de ruedas, la mesa para el té y el atril donde permanece su último cuadro. Otro caballo, siempre más descomunales que todos los demás. En la mesa de noche, un Manual de Equitación. Detrás de la cama, un mural fotográfico con una alameda metida quién sabe en qué lugar del Cajón del Maipo.

Ahí está ella, con esa voz ronca con acento argentino, el pelo albo muy bien peinado, con la chasquilla que ha tenido siempre. Las cejas renegridas, rouge en los labios y un coqueto collar que completa su tenida de sweater morado y pantalones negros.

De lo primero que me habla es de sus cuadros, que son su trabajo y su más grande ilusión. Cuadros llenos de amor que desbordan vitalidad por todos lados. Caballos que se arrancan de los bordes, que trascienden el papel. Negro sobre blanco, negativo o positivo, carbón que se transforma en vida. Ya no hace grabados porque le cuesta salir de la casa y se demora largas horas en cada una de estas obras gigantescas que se las pelean en Chile y fuera de Chile.

"Pero ahora estoy tratando de aguantarme sin vender ninguna para hacer una exposición. Es algo que creo que les debo a mis amigos chilenos", dice. Y la hizo en junio. Todavía se recuerda el tiempo no tan lejano en que lloraba de pensar que hacía negocios con su arte. Un negocio que es simplemente sobrevivir, pero que a ella, quién sabe si por esos resabios de aristocracia, le parecía inicuo.

Pinta varias horas cada día y va agregando pliegos a medida que los caballos crecen y se le arrancan del papel. "Ellos mismos van pidiendo espacio. Porque si no, no les caben las patas o la cola, o un pedazo de la cabeza. Además, a la gente le gustan estos caballos gigantescos. ¡Yo no sé dónde los meten!", dice, como preguntándose a sí misma.

Esa energía que irradia en cada gesto la ha tenido siempre. Desde que era una niña, allá en la casona bonaerense, llena de hermanos y parientes, hasta esos tiempos de bohemia en París donde iban todos a los restaurantes baratos y después de comida repartían sellos de carbón, para poder digerir. Ella era la única que no tomaba nada y la única que nunca se enfermaba. Siempre ha tenido una salud excelente y por eso tal vez pudo hacerle frente a esa caída absurda que hace doce años le quebró una cadera y la dejó casi inmóvil. Dos operaciones -"salí haciendo el paso del ganso del quirófano", asegura- y una nueva caída que ahora la tiene atemorizada. No se atreve a caminar sola, pero eso no quiere decir que no se atreva a vivir. El ánimo no decae.

¿Será quizás algo astral? Le pregunto de qué signo del zodíaco es y me contesta rápido.

- Soy de Libra. Pero no creo en los horóscopos para las moscas y para las hormigas, entonces sí. Pero ¡por qué voy a tener un horóscopo yo?

Para ella, su fuente de energía está en la realidad. Es que ella entienda y vive la realidad. "Creo que la realidad es mucho más maravillosa que todo lo que los hombres puedan imaginar, incluso los artistas. La gente vive en la irrealidad y ésa es la razón de todos los desastres que ocurren en el mundo. Hemos preferido el mito a la realidad. Hemos hecho un mal empleo de las cosas. Le hemos quitado el sentido la vida, que es construir y no destruir. Que haya continuidad e vida. Y no cree -con ese individualismo absurdo-, pero que no se puede comparar con el océano. lo importante es el océano".

"yo he tratado de dominar mi vanidad. Ese creerse superior al otro ya sea por el dinero o por lo que sea. En el ser humano hay pura vanidad, puro amor propio. Le falta grandeza. Yo creo que la he tenido y la he perdido. Pero la vanidad no puede ser lo que mueva el mundo. Tiene que haber otra cosa más poderosa, más grande ¡somos seres humanos!".

"Y el ser humano ha sido capaz incluso de romper la gravedad. Con eso quiero decir que tiene posibilidades grandes. Como un Dios. Pero cultiva un mito. Pero cultiva un mito, se va hacia lo que le da realce personal. No busca l verdadero camino. No le importa no estar en la realidad".

"Para mí la realidad es tan enorme, tan maravillosa, que por eso se ha creído que hay un Dios que le ha creado. Tiene todas las características de la obra de un Dios. La realidad tiene la luz y nosotros los humanos sólo podemos aspirar a copiar la luz. A copiar una flor que parece una túnica de ángel. Yo iba al zoológico para pintar animales de la realidad. ¿De dónde el hombre va a crear, por ejemplo, un hipopótamo? ¿Esa boca increíble, llena de estalactitas violentas?".

"Para entender la realidad basta con mirar. Con saber mirar"

- ¿Cree en Dios?

- No.

- Este no rotundo se contradice con lo que ha dicho recién. ¿Es quizás la realidad su Dios?

- Desde luego no creo en la religión. Y no puedo creer en un Dios, un Ser Superior que todo lo ve y todo lo puede, y que sin embargo no evita todos los crímenes que se cometen.

"Cristo es un hombre que mereció ser Dios. Yo creo en la divinidad del ser humano".

"El hombre ha creído en Dios cuando ha sentido amor. El amor te hace creer en Dios porque es sentimiento my extraordinario, que te hace salir de la miseria de la vida. Y yo he sentido una divinidad. Vivo la vida enamorada. La vida misma me enamora. Me enamora la realidad, la belleza, una flor. Y me hace sufrir lo feo, lo malo".

"Sin embargo el hombre se va por el mal. Busca su propio infierno. Por que ¿dónde está el amor, por ejemplo? No existe. Todo es lo mismo. Al amor le pasa lo mismo que a la bondad y que a todos los sentimientos. Les han cortado las alas y así estamos arrastrándonos por el suelo. La gente o vuela o se arrastra y la humanidad entera se está arrastrando".

Este volar es para ella entender la vida. Una maravillosa sensación de ver las cosas hermosas de la realidad. Por eso entiende a los jóvenes y su desesperación que los lleva a buscar falsos paraísos como las drogas. "Protestan contra la vulgaridad general, contra los conceptos falsos que han llevado a la Humanidad hasta donde está. Pero el camino no puede ser ése, de autodestrucción. El problema es que están desesperados porque el mundo sólo les ofrece destrucción. Con las educación les quitan todas las posibilidades. Los mayores sólo les comunican decadencia. No sabe dónde ir".

La única forma de salir, cree ella, es una obra personal. "Que cada uno haga algo que trascienda. Que cada uno encuentre una razón para vivir. Si uno es capaz de crear algo que dé placer y felicidad a los demás, es una realización propia. Es triste pasar por la vida sin hacer nada. Yo creo que lo más importante es que uno se convenzca a sí mismo que es capaz de hacer algo. Que adquiera conciencia que es un ser útil, que puede tener y dar felicidad".

Le habría gustado tener hijos, pero las cosas no se dieron así. Un amigo le comentó un día: "Lo siento por los hijos. Habrían sido muy felices". Y debe haber tenido toda la razón.

Con su primer marido estuvo casada nueve años y finalmente se separó. "En realidad nunca me quise casar. Fue una equivocación. Él decía que si yo no ,me casaba se suicidaba y por esa preocupación por los otros seres humanos no fui capaz de decirle que no. Ya antes de casarme me había dado cuenta de algunas cosas que me parecía que no podían ser. Y después todo empeoró".

De Neruda no quiere hablar. Nunca ha querido, prefiere que otros hablen. Que cuenten de los tiempos felices, cuando se conocieron en Europa. De los años que vivieron en México y de la triste separación. Ella jamás dice una palabra.

Habla en cambio de la pareja. De los problemas del machismo.

- ¿Cómo van a poder convivir dos personas a las que se les ha puesto ideas tan diferentes en la cabeza? Al hombre, que puede tener mil mujeres. A la mujer, que no puede ni mirar para el lado. Habría que tomar un examen previo. Luego, la cuestión básica es que haya lealtad. Yo soy una personas que respeto ¡tanto! la libertad de la gente. Si la pareja se respetara mutuamente, si respetara la libertad del otro, todo sería más fácil.

Para Delia del Carril, mujer que ha tomado la responsabilidad de su vida en sus manos, la mujer es definitivamente igual al hombre.

- Sólo que la educaron de una manera diferente. Le dijeron que fuera a zurcir sus calcetines y se burlaron hasta de una Madame Curie. Pero hombre y mujer son equivalentes. Físicamente tienen una función distinta y por eso la mujer tiene mucha más fuerza que el hombre, ya que tiene que engendrar un hijo. Tiene que pasarse nueve meses con un ser a que le está haciendo huesos y sangre y dientes. Eso le crea una responsabilidad distinta. Porque al hombre han tenido que enseñarle que él era el padre de los hijos... Hasta las avestruces tienen más conciencia, porque el macho empolla los huevos.

- Sin embargo en la sociedad todavía la mujer está en inferioridad de condiciones y el hombre se esfuerza en mantenerla en esa posición. Así como los chinos les ponían zapatos especiales a las mujeres para que no salieran a la calle, el occidental le inventa otros "zapatos chinos" para no perder el predominio. Pero creo que la mujer está aprendiendo a pensar por su cuenta y ya sabe que su responsabilidad social es igual a la del hombre. No superior ni inferior. Hasta ahora el camino ha sido lento. Ni siquiera les enseñaban a leer. Y ¡qué puede pensar una mujer que no sabe nada de nada! Pero si la mujer toma conciencia, si no sigue pensando de prestado, la Humanidad entera cambiará".

NO LE TENGO MIEDO A LA MUERTE

Mientras tomamos una y otra taza de té y vamos conversando de tantas cosas, suena el teléfono que nos devuelve a la realidad. una realidad poblada de amigos que quieren saber cómo está la Hormiga. Si pueden llegar a verla. Si se siente bien. Y al frente están esos cuadros llenos de fuerza que denuncian por sí mismos ese entusiasmo de vivi que tiene su autora.

Hemos hablado de la vida. ahora hablamos de la muerte.

- He pensado más en la muerte cuando era joven. Leía en el diario las defunciones y pensaba que cualquier día iba a leer la mía: "Ha fallecido Del del Carril".

A mí me parece que de pronto, cualquier día, una puede amanecer muerta. Es lo más seguro que tenemos. Pero me pparece una frivolidad hablar de la muerte a causa de la edad. La vejez no es una causa. Todos mueren. Naturalmente uno está más cerca de la muerte, pero yo me ha dado cuenta que la muerte no es nada. una vez he estado muerta. Tuve un choque y la camioneta quedó tan hundida que nadie comprendió cómo no había muerto. Estuve más de 24 horas absolutamente inconsciente. Y no sufrí nada. Yo digo que la muerte no es nada.

- Es dejar de vivir...

- Pero no se siente nada. Además, yo no creo ni en el infierno ni en el cielo. Ya a los 12 años le decía a mi confesor que no creía en el infierno. no creo que haya emigración del alma. Uno se muere totalmente. Claro que es difícil aceptar la idea de desaparecer por completo. Por eso es que a mí me ha servido esa experiencia.

"Quizás la vida es como una parábola, que vuelve en la muerte al punto de partida. La gente sabe cuándo va a morir. Y se prepara. Y si uno tiene conciencia debe también tener serenidad. finalmente, lo único importante es llegar viva hasta la muerte. Y no morirse en el camino".

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