“Bipolar”, “depresiva”, “autista”: Por qué no debemos usar como adjetivos los diagnósticos y condiciones de salud mental

La información sobre salud mental abunda hoy en día, tanto para fomentar la psicoeducación como la concientización. Aun así, palabras como “bipolar”, “depresiva” y “autista”, entre varias, siguen siendo utilizadas en el lenguaje cotidiano para señalar características en la gente. “El problema es que, además de reforzar el estereotipo, se invalidan las experiencias de las personas con estos diagnósticos”, advierte la psicóloga Pilar Orfali Jorquera.




Hace meses que es viral en TikTok un meme y cada vez más gente se suma a él. Con el enunciado “Yo en mi momento más esquizofrénico”, personas suben videos haciendo actividades inusuales, que a veces caen en lo absurdo, para dar cuenta de que en ese momento no estaban en todos sus cabales. El hashtag #yoenmimomentomasesquizofrenico tiene más de 28 millones de reproducciones en la plataforma.

Esa tendencia, que empezó como una broma, es una forma más de perpetuar la estigmatización de diagnósticos y condiciones de salud mental. Los videos en TikTok sumándose a la tendencia son solo una prueba más de que se siguen usando como adjetivos estos diagnósticos y condiciones. María Elena Arriagada, doctora en Lingüística de la Universidad Católica de Valparaíso y coordinadora del Centro de Acompañamiento de Aprendizaje de la UMCE, asegura que “usualmente vemos que estos estigmas están incorporados en nuestro discurso y lo percibimos en el uso inadecuado del lenguaje, cuando se banalizan o se refiere de manera muy frívola o despectiva a enfermedades de salud mental. Es complejo porque vamos instalando un mal uso de conceptos utilizando indiscriminadamente expresiones como ‘es autista’ o ‘es bipolar’, entre otras. No generamos empatía y, al contrario, se genera una impresión errónea en el imaginario colectivo de cómo son las personas que tienen esos diagnósticos y condiciones”.

Para avanzar como sociedad en esta materia, para la docente es imprescindible que evaluemos individualmente nuestro comportamiento para determinar de qué formas estamos aportando a una comunidad más inclusiva. “Solemos usar mucho el discurso de la diversidad y la inclusión, y desde ese punto debemos analizar qué estamos haciendo para materializar esos conceptos. En ese sentido el lenguaje es una forma de hacerlo, mostrar respeto por lo nuevo y lo que me es ajeno. Es importante sensibilizar este tema, hablar y escuchar las narrativas de estos grupos que han vivido procesos largos”, sostiene María Elena.

El lenguaje crea realidades

Pilar Orfali Jorquera, psicóloga del centro Psico en red (@psicoenred.cl), cree en la frase “El lenguaje crea realidades”. Para la profesional, al usar los nombres de estos diagnósticos y condiciones como adjetivos, además de reforzar el estereotipo, se invalidan las experiencias de las personas con estos diagnósticos. “Tenemos que poner atención porque es algo cultural. Todo se normaliza a través de las bromas, de los memes. Solemos escuchar la excusa ‘no exageres, es un chiste’, pero ese chiste sí genera malestar en las personas, sobre todo en aquellas que recién se están identificando con un diagnóstico. El lenguaje a lo largo de nuestra historia sí ha construido muchas realidades, sobre todo en torno al tema de la salud mental. Antes se hablaba de ‘locura’ y se decía que las personas que iban a terapia estaban locas, lo que generaba en el común de la gente tener miedo a ir a terapia”, asegura la profesional.

La psicóloga sostiene que a veces se considera una hipersensibilidad al poner el foco en las formas en las que nos referimos cuando hablamos sobre salud mental. Para ella es necesario cuestionar la manera en cómo actuamos y hablamos de estos temas que en la actualidad tienen una mayor sensibilidad porque se miran desde otra óptica. “En lo personal, me baso en el lema feminista de que hay que cuestionarlo todo. Aunque algo sea un meme, sigue siendo un tema importante y es violento referirnos así. La invitación es a preguntarnos por qué seguimos haciendo bromas de cosas que ya no deberían ser chistosas. Normalizar situaciones que no debemos también es una forma de potenciar situaciones de violencia”, asegura Pilar.

“Es importante hablar de salud mental en lo cotidiano, pero con responsabilidad para que se interiorice en nuestro sistema de creencias y en nuestro lenguaje con respeto hacia el resto, porque todos estamos expuestos a vivir algún malestar en la salud mental. Por eso es tan importante que hablemos de estos temas y que no usemos estos adjetivos con el propósito de no invisibilizar las experiencias de otros”, añade la psicóloga.

Un arma de doble filo

Según la Organización Mundial de la Salud, los diagnósticos de salud mental y los trastornos por uso de sustancias han aumentado un 13% desde 2017. Se estima que alrededor del 20% de los niños y adolescentes del mundo tienen algún tipo de problema de salud mental, siendo el suicidio la segunda causa de muerte entre los jóvenes entre 15 y 29 años.

Ante la mayor preocupación por la salud mental, hay una mayor demanda de profesionales y también un abundante caudal de información en internet, principalmente en redes sociales, un lugar que muchas veces se presta para autodiagnósticos que pocas veces son acertados. “Como hay más acceso a la información, la gente empieza a ponerle nombre a ciertas cosas que están sintiendo y ahí se tiende un poco a reducir el diagnóstico de salud mental a una sintomatología. Por ejemplo, el creer soy bipolar porque estoy feliz y luego cambio de ánimo rápidamente. Vivimos en una cultura de la inmediatez, en la que necesitamos calmar el malestar y ponerle nombre es una forma de hacerlo”, explica la psicóloga Pilar Orfali Jorquera.

Para la profesional el uso de redes sociales para psicoeducar a la población es positivo y lo considera una parte importante fundamental para generar consciencia al respecto, pero advierte que hay que hacerlo con responsabilidad. “Los profesionales de la salud mental sabemos que los diagnósticos no son solo una lista de criterios, sino que tomamos estos criterios en cuenta frente a una realidad y una historia clínica. El mostrar una lista va a provocar que las personas se sientan identificadas, porque hay un aumento en el malestar de la salud mental que cada día crece más y el foco de las personas está en ponerle nombre a aquello que sienten. Pasa mucho en el espacio de psicoterapia que algunos pacientes ya vienen con una idea: ‘Tengo ansiedad’, ‘Tengo depresión’, ‘Soy autista’, y resulta que cuando empezamos a indagar nos damos cuenta de que los síntomas que dicen tener los vieron en internet. Por eso es importante usar estas herramientas con profesionalismo”, explica la psicóloga.

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