Dos cosas tienen Phoebe Phylo (38) que se le notan mucho en cada colección: su inteligencia a prueba de todo y el pasaporte inglés. Sexy, sobria y elegante son tres atributos demasiado codiciados por la mujer contemporánea. Y ella, como tal, entiende mejor que cualquier otro diseñador qué quieren usar las mujeres de hoy.

Encontrar esa inspiración dentro de un Aston Martin o un Jaguar es una idea lujuriosa. Los cueros, asientos, tableros y maderas de los autos huelen a sexy y son desde siempre un fetiche inconfesable para muchas. Pero como se trata de autos ingleses, y de Phylo, la inspiración devino en un final que, además de sensual, resultó extremadamente sobrio y de una elegancia oculta que la vuelve aún más distinguida. Es ahí donde radica el mayor interés que tiene la obra de Phylo. Cómo logra crear piezas finas y súper sexys de una manera sutil. Su ropa tiene todos los codiciados atributos en capas escondidas, y trabaja con códigos que no son los obvios.

Una colección impecable y perfecta que continúa en la senda de austeridad minimal trazada por Phylo en Céline desde su llegada a la casa francesa, en 2008. Pantalones rectos y de calce perfecto, beatles blancos y soberbios abrigos conforman su propuesta, en la que cada pieza es el ensamblaje de un look que funciona perfectamente en su conjunto. La panorámica general de su muestra es tan brillante que uno le perdona el par de horripilantes tenidas que evocan los acabados interiores de madera de los autos del deseo, porque funcionan en el contexto de su atrevido e inesperado relato.

Sin parafernalias, sin mostrar una gota de piel, sólo buenos materiales, buen corte, economía de recursos y máximos resultados. Inteligencia pura.