Cómo conectar con una amiga deprimida




El comediante, autor y defensor de la salud mental, Bill Bernat, cuenta en su charla TED Cómo conectar con amigos deprimidos que la conversación más alentadora que ha tenido en su vida fue cuando una mujer le contó que había manejado hasta el borde de un precipicio en el Gran Cañón y se había quedado ahí unos minutos con el motor prendido pensando en apretar el acelerador. Él, motivado por la honestidad de aquella mujer, le contó una anécdota similar, de una vez que intentó suicidarse tomando un exceso de pastillas para dormir y lo tuvieron que internar. Se rieron y ella le dijo que su intento frustrado hubiese hecho una mejor postal. “Yo, que tengo mucha ansiedad social, me sentí totalmente cómodo en esa conversación. Ella me permitió estar deprimido y a su vez dar paso a una conexión genuina con un otro. Por primera vez me pude identificar como alguien que tiene depresión, pero que no por eso es una mala persona”, relató Bernat en su charla.

Adicto en recuperación y bipolar, como él mismo se define en su página, Bernat ha pasado por varios cuadros depresivos a lo largo de su vida. Es por eso que hace unos años se propuso empezar a normalizar las conversaciones respecto a la depresión y la ansiedad, con tal de volverlas habituales en los espacios de trabajo y en los círculos sociales, y desde entonces se ha dedicado a escribir y hablar del tema. Porque, como menciona en su charla, según la Organización Mundial de la Salud la depresión es a la fecha la principal causa del deterioro de la salud y de discapacidades en el mundo, y afecta a más de 300 millones de personas. Por ende, que siga siendo un tema tabú, que genera incomodidad y poco abordable en lo cotidiano es, como él dice, contraproducente.

En Chile, según la última Encuesta Nacional de Salud realizada por el Ministerio de Salud, alrededor de un 6,2% de la población padece de un cuadro depresivo, siendo las mujeres las más afectadas (10,1% de ellas versus el 2,1% de la población masculina). En vista de las recientes medidas de desconfinamiento y la paulatina reinserción laboral que muchos van a tener que enfrentar en estos meses –y que pueden llegar a remover emocionalmente– es útil preguntarnos de qué manera podemos conectar o acercarnos a las personas en nuestro entorno que están viviendo un cuadro depresivo.

La psicóloga y académica de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, Marcela Sandoval, explica que lo primero que hay que saber al minuto de querer apoyar a una persona que está cursando una depresión es que muchas no son capaces de identificar lo que les pasa. Lo que suele ocurrir, según explica, es que las personas afectadas consultan por una serie de sintomatologías que tienen que ver con la angustia, la ansiedad, la falta de apetito, problemas de sueño, irritabilidad y llanto fácil, es decir, lo que logran percibir y detectar a primeras. Pero lo que hay detrás de eso tiene que ver con la experiencia personal de cada uno. “No todas las depresiones son iguales. Sí tienen algunas características en común, pero se trata de una forma en particular que cada persona tiene de expresar su malestar. Un malestar que tiene estrecha relación con una disconformidad respecto a la propia vida y con sentirse incapaz de enfrentarla. Por eso se trata de algo integral que puede tener un impacto en distintos ámbitos de la existencia en la que nos desarrollamos”, explica. “Y aquí juegan un rol importante los distintos mandatos sociales que marcan la pauta y que de alguna forma determinan el deber ser, que está muy ligado al éxito y la producción en nuestra cultura. Lo que nos deja pocos márgenes para poder llevar la vida que realmente queremos”.

Según explica la especialista, muchas veces las personas afectadas se sienten atrapadas en una forma predeterminada de ser y habitar el mundo que no les acomoda. Y eso puede dar paso a una depresión. Por eso, para poder conectar con ellos es necesario en primer lugar, comprenderlos. “Lo primero es practicar una escucha activa y empatizar desde dónde está parada la persona, sin juzgar. De nada sirve decirles ‘yo haría esto’ porque no se trata de cómo uno haría o no las cosas. En ese sentido hay que hacer un esfuerzo consciente de escuchar sin proyectar, no hacer juicios valóricos, ni dar recetas de cómo se debería enfrentar la situación. Se trata de realmente comprender qué le pasa a esa persona”, explica Sandoval.

En segundo lugar, es importante dar cuenta de esa disposición genuina. Como explica la especialista, hay que mostrar y verbalizar que estamos dispuestos a apoyarlos y a colaborar. “Muchas veces las personas afectadas no quieren conversar. Lo que tenemos que ser capaces de transmitir nosotros, al ser sus amigas, compañeras o familiares, es que a pesar del silencio, estamos presentes”.

Tercero, tenemos que estar alertas a las señales que dan cuenta de una mayor complejidad de la depresión, donde pudiesen haber ideaciones suicidas. “Hay que estar pendientes de esas expresiones y relatos, que muchas veces se deslizan en lo que cuentan o se puede visualizar en una desesperanza profunda. Ahí es fundamental poder hacer algo para apoyar en la solicitud de una atención profesional”, aclara Salazar. Porque si bien es necesario que nosotros podamos proveer un ambiente de menor exigencia y tensión para las personas afectadas, no somos los responsables de sanarlos.

Y aquí el cuarto punto. Como explica Sandoval, muchas veces es necesario pedir ayuda, tanto al núcleo cercano como a los profesionales. “En ese sentido, hay que dar cuenta de que estamos dispuestos a asistir en eso, quizás acompañarlos en la búsqueda de ayuda y hacerlos entender que esto no es responsabilidad de nadie. En general tendemos a culparlos a ellos o a nosotros, pensamos que de repente no quieren salir adelante, que no tienen fuerza de voluntad, pero esto no es así. Podemos ayudarlos a pedir una hora y decirles que los vamos a acompañar”. Por último, también existe la posibilidad de apoyar en otras líneas. Se sabe que la depresión puede tener efectos en diversas esferas de la vida, tanto las sociales y económicas, entonces hay varios lugares por los que se puede entrar a colaborar.

A su vez, como se señala en la guía Cómo puedo ayudar a un amigo o familiar con depresión, publicada en 2013 por el Servicio Andaluz de Salud, la depresión a veces tarda en identificarse y su tratamiento requiere tiempo, y a lo largo de ese periodo la persona que acompaña muchas veces comparte el sufrimiento de la persona afectada, por lo que es esencial evitar el desgaste y el desaliento. “Pueden sentirse culpables o impotentes, pero hay que saber que no se está solo: hay expertos que están para ayudar. Encerrarse en una burbuja con la persona afectada no es la solución ni para ellos ni para ti. Y es esencial también tener en cuenta el sufrimiento o las dificultades propias”.

Bill Bernat termina su charla sugiriendo que si la intención es la de conectar realmente con una amistad que está pasando por un cuadro depresivo, hay un par de cosas que no se deberían hacer. “No nos digas que simplemente lo superemos. Tampoco insistas en lo que le ha funcionado a otros. Comer helado no cura la depresión clínica. Si fuese así, estaríamos viviendo el sueño. Tampoco piensen que estar tristes y estar bien son incompatibles o estados excluyentes y, por sobre todo, no dejes que nuestra falta de felicidad burbujeante te asuste”. En ese sentido, como explica Marcela Sandoval, se trata más que nada de desarrollar una escucha activa y hacerles entender que estamos ahí para compartir aunque sea un momento, un espacio, una rutina, pero también físicamente dispuestos a colaborar.

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