Consumo del alcohol en adolescentes: ¿un problema solo de ellos?




El año pasado durante las vacaciones de invierno pude observar cómo jóvenes -de no más de 15 años-, se reunían en las noches en una cancha al frente de donde yo estaba y dejaban múltiples botellas de bebida y trago.

Durante toda mi carrera profesional he trabajado con jóvenes y este comportamiento no es algo que me espante ni tampoco algo que normalice, pero me llamaba la atención la cantidad de días seguidos en que se repetía la dinámica. Y me fue inevitable preguntarme si los papás y mamás de esos niños sabían del panorama en el que estaban participando sus hijos e hijas. Pensaba también en las veces que uno cree saber dónde y en qué están nuestros hijos, pudiendo claramente equivocarnos. O en esas veces en que nos sorprende la conducta que pueden tener dentro de sus grupos amigos y amigas, donde pueden hacer o decir cosas que como sus papás, jamás pensaríamos.

La adolescencia es una etapa del desarrollo que se caracteriza por querer traspasar límites, no medir las consecuencias, tomar decisiones arriesgadas e impulsivas, y querer experimentar sensaciones fuertes. Justamente por eso es que los adultos estamos para cuidarlos y guiarlos durante este periodo, y que debemos enfrentar teniendo claridad de que la maternidad y paternidad tiene momentos de mucha alegría, pero también requiere de esfuerzo y constancia. Sabiendo que puede producirse una tensión en la relación con ellos y ellas por diferencias inevitables durante su crecimiento. Y es acá donde no podemos ceder ni perder el foco, ya que durante este periodo de tanta inestabilidad y confusión requieren de toda nuestra claridad, estabilidad y presencia.

El consumo de alcohol en adolescentes es un tema que a todos los adultos nos preocupa, nos confunde y muchas veces no sabemos cómo abordarlo. Algunos tienen la teoría de que es mejor que aprendan a tomar en la casa y con los papás, así evitarán la ansiedad por el trago; otros creen en los castigos para aquellos que consumen antes de cumplir los 18 años; hay quienes no hablan en casa sobre estas temáticas; y otros tratan de prepararse para hacerlo lo mejor posible y guiar a sus hijos e hijas previniendo la ingesta de alcohol temprana.

No es necesario nombrar la cantidad de estudios nacionales e internacionales sobre los efectos nocivos del consumo de alcohol en adolescentes. Estudios que muestran consecuencia negativas en procesos madurativos neuronales, alteraciones en la concentración, atención, memoría, aprendizaje; aumento de conductas agresivas y adictivas, daño en el organismo, entre otros. Sin embargo, a pesar de tener más información y estudios, no solamente el consumo ha aumentado, también ha disminuido la edad de inicio y se ha nivelado la ingesta entre hombre y mujeres.

¿Por qué esperamos que los adolescentes no consuman si en sus casas el consumo es cotidiano? ¿Por qué se tendría una adecuada relación con el alcohol si muchos adultos no reconocen que tienen un consumo problemático? Tratemos de recordar la última comida, fiesta, happy hour o asado al que fuimos. ¿Cuántas botellas de vino, trago o cerveza había? ¿Consideras fome no consumir en un asado? ¿Has pensado alguna vez que te mereces una cerveza o un trago porque has tenido una semana agotadora? Podemos estar pensando que nosotros ya somos adultos, que no estamos en pleno crecimiento, sin embargo, es importante recordar que las conductas de nuestros hijos e hijas reflejan nuestras propias acciones, y esto es porque se aprende a través del ejemplo. No se trata de que no se pueda consumir un vino durante la comida o compartir un trago con los amigos, pero ¿en cuántas ocasiones esto se sobrepasa y nosotros mismos lo tenemos normalizado?

El consumo adolescente no es solo un problema de los jóvenes. Si bien les impacta directamente a ellos, es un problema que a mi juicio primero tienen que resolver los adultos de manera más profunda, observando su propia relación con la ingesta, modelando su comportamiento y reconociendo que éste tendrá impacto en sus hijas e hijos, sobre todo en cómo se relacionarán con el alcohol. No se trata solo de hablar o sancionar cuando uno de nuestros hijos e hijos regrese curado a la casa o haya consumido antes de los 18 años, también se trata de evaluar y resolver cómo como sistema familiar nos vamos a comportar y qué ejemplos vamos a dar.

Acá dejo algunas acciones que no son recetas mágicas, pero pueden ayudar a prevenir el consumo de alcohol en nuestras/os adolescentes o al menos tratar de retrasar su ingesta:

-Controlar la cantidad de dinero que tengan. Evitar entregarles tarjetas de crédito o débito. Si tuvieran, revisar las cuentas.

-Estar informados de sus panoramas: dónde, cuándo, con quién están.

-Evitar que duerman fuera de casa después de una fiesta.

-Ir a dejarlos y buscarlos a las fiesta o hacer turnos con apoderados conocidos.

-Desmitificar que es positivo que aprendan a consumir alcohol antes de los 18 años contigo. El tema no es que aprendan a tomar, sino las consecuencias del alcohol en el cuerpo y cerebro de un adolescente.

-Invertir tiempo de calidad para construir una relación basada en la comunicación y confianza con tu hija e hijo.

-Saber que las hijas e hijos pueden cometer errores y que van a querer experimentar. Que sean responsables de sus actos y se hagan cargo de las consecuencias como aprendizaje.

-Ser papás y mamás, no amigos de los hijos. No confundir la cercanía con ser amigo.

-Modelar con las conductas y palabras en relación al consumo de alcohol. Cuánto se consume y qué se habla de este tema.

-Evitar comprar sucedáneo de alcohol para los menores como “champin”.

-Conversar con los hermanos y hermanas mayores para que no les compren o proporcionen alcohol a los menores.

-Denunciar lugares que vendan alcohol a menores de edad.

-Propiciar el deporte.

-Fomentar actividades familiares.

-Evitar el consumo excesivo de alcohol en adultos en las casas durante eventos sociales y familiares.

-Sí van a realizar acuerdos entre papás y mamás, respetarlos. De lo contrario, sincerar cada postura.

Josefina Montiel es psicóloga clínica. Instagram: @ps.josemontiel

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