Paula

Hombres en terapia

Pablo Cerda, con problemas serios de identidad y una conflictiva relación de pareja. Néstor Cantillana, con una crisis laboral. Y Alfredo Castro, de sicoanalista, ayudándolos a ordenar sus vidas. Así se les verá a partir de agosto cuando debute, en el nuevo canal 3TV, En terapia, la adaptación chilena de la mundialmente conocida In Treatment, que protagonizó Gabriel Byrne en las pantallas de HBO. Aquí, los actores desmenuzan su relación con terapias y terapeutas y revelan sus propios rollos.

Paula 1125. Sábado 6 de julio de 2013.

Alfredo Castro

EL MIEDO

La primera vez que fui a hacerme un sicoanálisis tenía 12 años. Estaba muy enfermo, con una depresión súper dura por la muerte de mi madre, que enfermó de cáncer cuando yo tenía 10 años. Quedé botado en el mundo. Cuando se muere un tronco familiar así de importante, la familia se desperdiga. Soy el menor de cinco hermanos y tengo cinco años de diferencia con el hermano que me sigue, por lo que me crié súper solo. Y yo era el más frágil, el más vulnerable. Por años tuve crisis de pánico y crecí con terror. ¿A qué? A la vida, le tenía miedo a todo.

Las familias son todas muy locas, lo comprendí en mis años de terapia.  Cuando alguien está dispuesto a contar dos o tres hitos familiares importantes, uno inmediatamente se da cuenta. Yo he hecho clases durante 30 años y escucho a los jóvenes y el tema de todo el mundo siempre son las familias. Niños abandonados, golpeados, abusados, dejados de lado o, incluso, súper queridos, pero, siempre hay un pero. La familia es una estructura muy enferma, incluso por mucho amor que haya. Lo que producen las familias en sus integrantes nunca es neutral.

Detesto profundamente las terapias alternativas. Soy demasiado loco para aquello. Me muero de la risa. A mí, ya hacer yoga me cuesta mucho. Cuando antes de la práctica empiezan como a rezar, yo ya no puedo soportarlo. Entonces, nunca participo de la parte de los rezos. Los respeto, porque entiendo que tiene sentido para la gente que lo practica, pero yo no soy capaz. Ni con los muertos, ni con nada. Yo aquí con la vida, con lo que se pueda con la vida.

"Tengo la impresión de que el sicoanálisis no tiene la intención de curar, sino de permitirte vivir lo mejor posible con lo que tienes y eres. Comprender, trabajar la propia economía del dolor".

No creo en las terapias rápidas o focalizadas en cosas específicas porque nuestras fracturas son del ser, de la estructura. Creo que todo el mundo debería sicoanalizarse. Si todos los chilenos fueran al sicoanálisis este sería un país mucho menos violento. Sería más pleno, más aceptado, más generoso.

En un buen sicoanálisis surgen las profundidades del alma. Si tuviera que definir un gran tema que he descubierto y trabajado durante estos años, creo que es que soy un tipo que ha forjado ideales muy portentosos, por lo que mi disposición al fracaso no es muy buena. Y hablo tanto a niveles artísticos como con la vida y el amor, donde he levantado ideales muy grandes. Espero cosas más allá de la realidad y, al ver que no se cumplen mis expectativas, la decepción es tremenda. La vida es más chata que mi imaginación. Sobre todo en este país, que es lo más chato que hay. No hay grandes manifestaciones de amor, de enojo, de tristeza o alegría.

Nadie va a un sicoanálisis a sanarse. Tengo la impresión de que el análisis no tiene la intención de curar, sino de permitirte vivir lo mejor posible con lo que tú tienes, con lo que tú eres. Comprenderlo, manejarlo, trabajar con la propia economía del dolor, del sufrimiento y del trauma.

Hay una cantidad de mitos en torno a esta especie de necesidad de sanación del hombre, una desesperación del ser humano por llegar a algún lado, pero no entiendo adónde. ¿A la divinidad? ¿A la trascendencia? No existe esa cosa de la sanación, es más bien intentar comprenderse y comprender cuál es la fractura en uno mismo. No es más que eso. Por eso nunca he tenido interés de curarme. Para mí este tiempo ha tenido que ver con haber perdido un poco el miedo. Con haberme perdido el miedo".

Pablo Cerda

EL EGO

"Nunca he pagado por sicólogos o siquiatras. Lo respeto, pero la terapia no es parte de mi historia. Cuando era chico, si me pasaba algo me mandaban a subir al cerro o a jugar una pichanga. Mi terapia es hacer deporte. Ahí es donde más pienso y me saco los pesos de encima. Soy hiperkinético. Transpirando me relajo, me conecto y se me ocurren más ideas. Las endorfinas funcionan muy bien en mí.

Si fuera a terapia trabajaría mi ego, sin duda. Soy actor y creo que mi profesión está sobrevalorada y se le da demasiada importancia a un personaje como el actor, cuando no la tiene. Uno puede ser rostro de publicidad y ser una especie de estrella solo por salir en la televisión. Y por eso uno se confunde. Lucho contra eso y, por suerte, siento que a estas alturas lo tengo bastante controlado.

Soy vanidoso. El año pasado dirigí mi primera película, que también protagonicé y estrené online: Educación física. Para ese papel subí más de 30 kilos y no fue fácil. A mí me gusta verme bien y desprenderme de eso por hacer un rol, me sirvió para dejar de lado la vanidad. Porque así, al fin, conté la historia que yo quería contar.

Me encremo todos los días, porque si no el maquillaje me irrita la piel. Cuando estudié en la escuela de Teatro lo pasé muy mal porque no tenía plata para comprarme cremas y pasé cuatro años con la cara irritada. Me prometí que cuando pudiera trabajar me compraría cremas y desmaquillantes decentes. Ahora me doy ese lujo.

Que no haya ido nunca a terapia no significa que no tenga rollos. Tengo muchos. Pero los encauzo en lo creativo, y no me quedo en la nebulosa. En un mundo donde las cosas van tan rápido, es importante saber dialogar con uno. Ser consecuente y no traicionarse".

Néstor Cantillana

EMOCIONES BIPOLARES

"Nunca he ido a terapia. Pero tengo ganas. Hartas. Creo que es importante darse el tiempo para profundizar en uno mismo, y me parece más sano y mejor hacerlo no en un momento de crisis, sino en un momento en que uno cree que no lo necesita. Ahora que soy papá (tengo 2 hijos), siento que es necesario mirar mi infancia y ver cómo fui criado.

Vengo de una familia de clase media baja, me críe con mi mamá y mi abuela. Mi papá biológico nunca estuvo presente y, obviamente, tengo un vacío gigante en mi historia. Mi tío Igor, el hermano de mi madre, cumplió el rol paterno en lo emocional. De hecho, hace poco y sin ninguna necesidad me adoptó legalmente. Es a él a quien yo quiero como padre. Él es mi papá. Tengo la sensación de haber crecido en una familia bastante feliz. Mi mamá y mi abuela se reían mucho, incluso de las dificultades.

Hace unos años hice un taller de chakras, que ayudó a darme cuenta de que muchas dolencias del cuerpo físico tienen relación directa con el cuerpo emocional. Siempre sufrí mucho del colon, era muy nervioso, y con los años lo asumí como algo que era parte de mí. Pero después de este taller aprendí que mis dolores tenían que ver con el chakra ubicado en la zona de la confianza y la autoestima. Ahora aprendí a anticiparme al dolor.

Mi signo es cáncer. Y si tuviera que trabajar algo de mi personalidad sería esa cosa media bipolar con la que vivo. Cuando estoy contento, estoy muy contento, irradio energía y tengo una especie de luz a mi alrededor. Pero, cuando estoy triste, puedo ser muy oscuro y me convierto en una mala compañía.

Siento que para ser feliz no se necesita plata, sí tiempo. Para estar con los hijos, con la mujer, para conversar. Y para la cultura. Para mí el arte es combustible para el espíritu y las relaciones humanas. Soy una persona feliz con lo que tengo. Hasta el momento me ha funcionado bien la filosofía de que mientras haya plata y se pueda, bien. Pero si no hay, no hay. Prefiero ser pobre pero cultísimo. Espero que no me atrape la máquina ni esta locura de solo querer generar dinero por tener dinero. Lo importante es que la casa esté calentita y con comida en la mesa. Y punto".

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