La influencia de las amigas en las relaciones amorosas




Cuando la técnico en vitivinicultura, Ornella Ruiz (29) empezó a salir con un hombre de su oficina, solo se lo contó a una amiga en común, llamada Camila. Incluso cuando a los tres meses de relación el comportamiento de él se volvió sospechoso y Ornella descubrió que le estaba siendo infiel con una ex polola, sólo se lo contó a ella. Con el tiempo, la relación se volvió más tóxica e inicialmente buscó apoyo en un grupo más extendido, pero las críticas y consejos invasivos, además del abandono de muchas, le hicieron tomar la decisión de callar sus problemas y solo contárselos a su confidente.

Al tiempo de haber terminado esa relación, Ornella vivió algo similar, pero desde otro punto de vista, porque fue una amiga suya quien vivió violencia física por parte de su pareja. Y aunque le dijera una y otra vez que tenía que alejarse y protegerse, ella volvía con él. “Se enojó y nos dijo que no nos metiéramos más. Decidí mantenerme al margen porque reconocí en ella el mismo rechazo que yo sentí cuando mis amigas se metieron en mi relación tóxica. Preferí que estuviéramos en buena, por si algún día le pasaba algo y me necesitaba”.

Un estudio publicado en 2015 por la revista Journal of Family Psychology de Estados Unidos, reveló que “la opinión que los amigos pueden tener al momento en que elegimos una pareja puede llegar a ser más importante que la de nuestra familia”. Y es que desde que forjamos una amistad se construye un vínculo profundo capaz de influenciar hasta la manera en que tomamos las decisiones más personales.

La Doctora en Psicología y directora del Laboratorio de Evolución y Relaciones Interpersonales –LERI– de la Universidad de Santiago, Ana María Fernández, explica que para entender la importancia de este lazo y cómo afecta a la forma en que vivimos, hay que pensar que “entre los 5 y 10 años, son las amistades las que se transforman en nuestras relaciones prioritarias y que incluso llega a afectar más la opinión de los pares que la de la familia. Particularmente para las mujeres, las relaciones de amistad son muy íntimas, y a nivel psíquico nos marcan muy fuertemente”, dice.

Es en ese vínculo que aprendemos a crear desde niñas donde se construye un compromiso del que pueden depender nuestras decisiones más íntimas, como por ejemplo, con quien queremos estar en pareja. Según explica Jennifer Valdés, psicóloga y terapeuta sistémico vincular de Fundación Templanza, “el vínculo entre amigas se forja como una alianza valórica durante la adolescencia, pero, paralelamente, comienza en un proceso más grande, que se basa en buscar nuevos referentes que vayan fuera de la familia. Ahí es está su importancia, porque hay un involucramiento emocional muy grande que pasa justo cuando comenzamos a tomar nuestras decisiones íntimas”.

Pero, ¿qué pasa cuando ese consejo no es precisamente lo que queremos escuchar? Según Ana María Fernández, “las amigas tienen mucha influencia si se trata de un juicio hacia una pareja con la que estamos y que a ellas no le agrada, pero, dependiendo de la estructura de autoestima y el nivel de apego de cada una, se verá cómo estos influyen en nuestras decisiones. Si una siempre evita depender de sus relaciones interpersonales, probablemente haga oídos sordos a lo que sus amigas le digan, pero si pasa lo contrario, el juicio te puede hacer pedazos por sentir que estás perdiendo la aceptación de los demás”.

La sororidad que se debe proteger en esa conversación

Jennifer Valdés explica que tocar temas que involucren las relaciones amorosas de las amigas se puede entender desde como se ha definido nuestro rol protector a través de la historia. “Hemos sido criadas en una sociedad que considera que las emociones ‘son nuestro tema’, que nos tenemos que hacer cargo de todas las necesidades emocionales del mundo, y al final, cargar con eso conlleva muchas exigencias de contención”, explica.

Aquí es donde hay que tener ojo y donde puede presentarse el primer límite, porque si bien actualmente tenemos más herramientas para dilucidar una relación afectiva dañina gracias al feminismo, Mariana Gaba, psicóloga especialista en género y Directora del Departamento de Género UDP explica que “hay que entender que el activísimo no está en todas partes. A veces pensamos que la causa por la que luchamos lo permea todo, pero cuando una construye una amistad con historia entre mujeres, hay que tener cuidado en no calificar todas nuestras opiniones como logros de nuestras creencias”.

Por ejemplo, Clara Sharp (40) se enfrentó a una frustración intentando aconsejar a una amiga que se había emparejado con una persona adicta a las drogas. “Pensé que era idóneo plantearle que su nueva pareja quizás no era la indicada para su plan de vida, pero ella se enojó y pasaron años donde no volvimos a tener contacto. Hasta que un día terminaron, poco antes de que mi amiga se diera cuenta de que ya no podía tener hijos. De algún modo, me enrabió que perdiera tiempo valioso de lo que podría haber sido formar una familia para cumplir su propio sueño, y me dieron ganas de decirle ‘te lo dije’”, cuenta hoy.

Pero según Mariana Gaba, lo complejo de los consejos es no mantener la tensión en los conceptos, porque “las contradicciones en nuestras acciones van a existir siempre, por eso mismo, lo valioso de una amiga no es que te diga lo que está bien o mal según una sola corriente, sino darle un espacio seguro y pluralizar las opciones en la conversación”.

Eso es lo que descubrió Constanza Jorquera, analista internacional y fundadora de la organización Club de Té, un espacio de reunión femenina en torno a la reflexión de distintos temas de la vida cotidiana, donde cuenta que “varias han llegado a expresar que no se sentirían cómodas hablando los temas que tocamos en los talleres con sus grupos de amigas de la vida, ya que a veces no hay una conexión pero si mucha crítica”. Por eso, su plan se basa en la conversación abierta dentro de un espacio seguro, donde “no se enjuicia ni se critica, sino que se ayuda a sacar las herramientas para formar opiniones que te puedan ayudar a tomar mejores decisiones”.

Para sacar provecho de esas capacidades de reflexión que también nacen en las conversaciones con amigas y compañeras, las especialistas recomiendan encontrar un límite entre el consejo y el juicio. Por un lado, Ana María Fernández enfatiza en que la que da el consejo, debe “entregar su opinión de la manera más objetiva posible, porque si no, no va a tener resonancia. Lo mismo cuando la otra recibe el consejo de su amiga preocupada: hay que tratar de reconocer las objetividades en ese discurso, por más que nos produzca rabia y no sea lo que queremos escuchar”.

Mientras que Jennifer Valdés, agrega que “podemos primero distinguir de dónde viene la opinión de la otra, porque las personas que nos rodean también tienen su propia historia, por lo tanto, pueden estar hablando desde una experiencia propia que puede o no ser aplicable a nuestra historia”. Así, el vínculo se puede conservar de forma más plena, como cuenta Constanza Jorquera que pasa en los grupos del Club de Té. “Eso es lo lindo de un espacio entre mujeres sin juicios, y también sin tantos compromisos, porque la sororidad no se basa solamente en ser amigas, sino en unirse y para hacerle frente a los dolores de esta sociedad patriarcal y no abandonarnos”.

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