Marie-Agnès Gillot; la fuerza y delicadeza de una estrella




Una doble escoliosis la obligó a llevar un corsé de plástico -como los de Frida Kahlo- durante seis años, a escondidas de sus compañeros, mientras se formaba como bailarina en la escuela de Ballet de la Ópera de París. Había emigrado de su casa sola, a los 9 años, dejando a su familia en la provincia de Normandía, para internarse en la dura escuela que la llevaría a convertirse, décadas después, en primera bailarina -o étoile como la llaman en Francia-. Y así, usando su corsé por más de veinte horas al día, el cual solo retiraba para bailar, llegó a ser la primera en todas; la más pequeña en entrar a la compañía de la Ópera, la más joven en obtener su licenciatura de maestra de danza -a los 18 años- y la primera en ser nombrada étoile tras interpretar una obra contemporánea; una rareza en la conservadora tradición del ballet clásico. Su sola fuerza mental y disciplina la han llevado, con una rigurosidad de atleta (o de militar) a interpretar obras emblemáticas como Raymonda, El lago de los cisnes, y Orfeo y Euridice de Pina Bausch. “La disciplina ha sido la llave de mi libertad”.

Bailarina, coreógrafa, maestra, e ícono de la moda, Marie-Agnès Gillot está de visita en Chile para preparar una obra hecha especialmente para ella, por el director artístico del Ballet Nacional Mathieu Guilhaumon. Una pieza que será estrenada este año en el Festival des 8, en el sur de Francia, y que se presentará en Chile en 2023.

Te llaman la bailarina rebelde, pero al mismo tiempo eres muy disciplinada en tu oficio. ¿Cuál de estas facetas te representa más?

No me siento rebelde, pero sí me siento libre, y de cierta manera la libertad representa la rebeldía para la mayoría de la gente que no es libre. Pero más bien me considero un buen soldado.

Has catalogado al cuerpo de los bailarines como una “máquina de guerra”. Cómo ha sido tu trabajo con tu cuerpo, luego de tener que batallar contra una esclerosis.

Ha sido difícil y desafiante, pero cuando utilizas las partes buenas de tu cuerpo, se batalla menos. Cuando defino al cuerpo como una máquina de guerra me refiero a que mi cuerpo me salva más seguido que mi mente; cuando la mente está fatigada, el cuerpo continúa avanzando, marcha solo, como la respiración.

¿Dirías que el ballet es un oficio sacrificado?

Sin duda. Las bailarinas étoile trabajamos solas, separadas del resto de los bailarines, entonces no se forman lazos. En ese sentido es un oficio solitario, cada uno va por su cuenta. Pero lo más difícil ha sido estar lejos de mi familia, desde tan pequeña, porque yo partí bailando a los 9 años. La verdad es que prácticamente no los veo.

Estamos viviendo un movimiento feminista importante aquí en Chile, que a nivel latinoaméricano está empujando importantes transformaciones sociales. ¿Te sientes cercana al feminismo?

Bueno, en Francia tenemos bastante más ventaja en este tema que en Chile. Me explicaron que aquí las mujeres pagan más en su seguro de salud, lo que para mí es una aberración. En Francia en ese sentido estamos más avanzadas, porque nosotras ya demandamos la paridad. Si yo estuviera aquí, entonces quizás sí me tratarían de rebelde.

Y dentro del ballet, siendo una disciplina tan conversadora, ¿está influyendo el feminismo?

Diría que no tanto, porque en el mundo del baile es la mujer la que está puesta en valor, sobre todo en la danza clásica. El hombre está ahí para acompañar y sostener a la mujer, algo que no pasa mucho en la vida real. Sí podría decir que antes, entre las bailarinas, no era muy frecuente tener hijos, era algo imposible siendo étoile. Quizás el feminismo ha influido en eso, ahora sí podemos compatibilizar la maternidad, y ese es un movimiento nuevo.

¿Qué te dejo la experiencia de haber sido la primera bailarina de la Ópera de Paris?

Es difícil decir cuál es la mayor riqueza cuando has sido tan privilegiada en tu vida. Pero la verdad es que lo mejor ha sido mi hijo. La danza nunca estará por encima de mi vida, aún cuando haya dado mi vida a la danza. Aún así, despedirme de la Ópera significó un duelo grande. Estuve toda una vida encerrada en un palacio, cuando te vas es difícil porque no vuelves, como si estuvieses excluida. Quieres enseguida subirte a un escenario, porque te hace falta. Por eso nunca he parado de hacer proyectos artísticos.

¿Qué expectativas tienes de tu visita a Chile y de la obra que estás preparando?

Ha sido difícil llegar a Chile, por el Covid y porque es un gran viaje desde Francia. Acabo de llegar así que no conozco mucho, pero en estas semanas tendré la oportunidad de recorrer algo. En cuanto al trabajo, espero que el resultado sea una verdadera obra de arte.

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