Sindy Arzani y su red de apoyo: cuidar a las madres para cuidar el futuro
Fue el nacimiento prematuro de sus hijas lo que la enfrentó al miedo, la angustia y la soledad. Desde ahí, Sindy Arzani levantó una red que hoy sostiene a cientos de madres, con un mensaje claro: cuando una mamá está bien, su hijo también.
Sindy Arzani nació en San Felipe, en la Región de Valparaíso. Su infancia estuvo marcada por una red de afectos que, aunque no siempre fue tradicional, sí resultó profundamente significativa. A los tres años dejó de vivir con su madre y pasó a estar al cuidado de sus abuelos paternos. Cuando su nonno enfermó, fue acogida por una tía del jardín infantil. “Yo siempre digo que me crié con una familia de acogida informal. Ellos se hicieron cargo de mí y, hasta el día de hoy, seguimos en contacto: a él le digo ‘papi’, a su esposa ‘tía’, y a la tía del jardín le digo ‘mami’”.
Durante su niñez vivió primero en el campo, rodeada de naturaleza y comunidad, y más tarde en la ciudad. Recuerda tardes interminables de juegos colectivos: “En el campo, afuera de mi casa, nos juntábamos todos a jugar a la escondida o a bañarnos en la acequia. Creo que ahí la comunidad era viva, era una red muy bonita que siempre me acompañó”. Esa experiencia temprana de apoyo mutuo fue, para ella, una semilla que más tarde germinaría en su forma de entender el acompañamiento.
Sindy se formó como profesora de Educación Física y trabajó varios años como orientadora escolar en un colegio de Limache, rol que compatibilizó con la docencia universitaria y la animación de eventos. Sin embargo, su vida dio un giro profundo con la llegada de sus hijas mellizas. El parto fue complejo: ambas nacieron prematuras y una de ellas en condición extrema. “Fue muy duro al principio. Tenía que dejarlas en la clínica y me pasaba el día entero sacándome leche para crear mi banco. Llamaba todas las mañanas antes de ir a visitarlas para saber cómo habían amanecido, si habían subido de peso. Esa angustia me marcó”.
En ese periodo surgieron las primeras dudas sobre su maternidad: ¿cómo amamantar a dos guaguas al mismo tiempo? Buscando respuestas, ingresó a un grupo de Facebook, pero presenció algo que la indignó: a una madre le borraron un comentario por mencionar el uso del chupete. “Me pareció tan injusto. Dije: ‘No puede ser que vengas a pedir ayuda y te encuentres con un juicio’. Necesitamos aprender juntas, sin miedo”.
Ese fue el origen de su primer proyecto: Mamá Confidente, una comunidad pensada para acompañar a madres y padres, compartir experiencias y aprender en un ambiente de respeto y contención.
A medida que escuchaba las historias que llegaban a Mamá Confidente, Sindy identificó un patrón preocupante: la soledad materna y la alta prevalencia de depresión posparto. “Si mi mamá, que fue mamá adolescente, hubiera tenido acompañamiento, quizás otra habría sido su historia, y también la mía. Agradezco mi vida tal como fue, pero creo que podría haber sido distinta con una red de apoyo”.
El siguiente paso
Tiempo después, junto a Macarena Lara y Cynthia Garland, Sindy dio vida a la Fundación de Acompañamiento Red de Mamás Mentoras. Su propósito es claro: que mamás acompañen a otras mamás para cuidar su salud mental. En la práctica, la organización conecta a mujeres que necesitan apoyo con mentoras formadas para brindar contención emocional, orientación y escucha activa.
La estructura contempla un sistema de “madrinas” —mentoras con más experiencia que guían a las nuevas voluntarias— y un equipo de salud mental que ofrece sesiones gratuitas de apoyo. “Siempre digo: cuidar a la mamá es cuidar el futuro. Si esa mamá está bien, su hijo o hija también lo estará. Por eso, nuestro lema es cuidar a quien cuida”, afirma.
El impacto es concreto: más de 250 mentoras han sido formadas y más de 600 madres han recibido acompañamiento. La formación comienza con un proceso de autoconocimiento, continúa con módulos sobre salud mental perinatal y crianza respetuosa, y finaliza con herramientas prácticas de mentoría.
Para Sindy, uno de sus roles más valiosos es ser conectora de mujeres. “Significa encontrar a esa mujer que puede ser justo el apoyo que otra necesita, ya sea con un dato, una palabra o una experiencia que le cambie el día”, explica. Su capacidad para hacer “match” entre madres y mentoras ha sido clave para el éxito del programa.
Pero más allá de lo operativo, el acompañamiento implica presencia real. “No se trata de tener la fórmula perfecta, sino de escuchar de verdad. Muchas veces, otra mujer es quien te recuerda que sí puedes, que vas a salir adelante”.
Sindy visualiza un futuro ambicioso para Mamás Mentoras: “Me encantaría que en cada CESFAM hubiera mentoras formadas, y que en las empresas existieran roles para acompañar a madres y padres en su crianza. Así como hoy existe el gestor de inclusión, debería existir una ‘guardiana de la crianza’”.
El principal obstáculo para crecer es económico. Todo el equipo trabaja de forma voluntaria, lo que limita el alcance. Sin embargo, han logrado sostener y ampliar sus programas gracias a fondos concursables, donaciones y servicios de acompañamiento para empresas.
En ese camino, el respaldo de Mujer Impacta ha sido clave para amplificar su trabajo, profesionalizar su propuesta y proyectar su impacto a gran escala.
Hoy, con una vida que entrelaza la maternidad, el liderazgo social, la gestión de una fundación y sus estudios de Psicología, Sindy ha comprendido que, en medio de ese equilibrio intenso, el autocuidado no es un lujo, sino una necesidad.
“Para que la red esté bien, yo tengo que estar bien. Me doy mis espacios de calma, de lectura, de playa, de amigas. El tiempo de autoconocimiento es fundamental para saber qué quiero, qué necesito, cómo estoy y que sí puedo seguir adelante”, dice.
Su mensaje final resume el corazón de su trayectoria: la fuerza transformadora de lo colectivo. “Creo que acompañar a las madres es una esperanza para la humanidad. Y las mujeres, unidas, podemos lograrlo”.
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